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Así los veo: previa NFL 2017 de los Baltimore Ravens

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Los Ravens tienen un problema. Y es bastante grave. Se llama Joe Flacco. Es muy caro y no es tan bueno, por decirlo de forma elegante. Tiene un contrato asfixiante que le pega año tras año un buen bocado al margen salarial de equipo y no se pueden librar de él porque dejaría una cantidad monstruosa de dinero muerto que, literalmente, impediría formar una plantilla de NFL. Si en un ataque de locura los Ravens hubieran cortado a Flacco este invierno, habrían dejado nada menos que 47,3 millones de dinero muerto.

Los Ravens tienen un segundo problema. Son las lesiones. Desde que ganaron la Super Bowl en 2012 han sufrido una epidemia que año tras año ha puesto patas arriba su columna vertebral. ¿Os parece exagerado lo que digo? ¿Creéis que todos los equipos tienen que lidiar con esas situaciones? Quizá tengáis razón, pero 20 jugadores en injury reserve, como tuvieron el año pasado, parece una cifra solo al alcance de los más cenizos y de los Vikings. Para empezar, a primeros de junio ya perdieron para toda la temporada a Tavon Young, que tuvo una impresionante temporada como rookie en la que fue titular en 11 partidos después de ser elegido en cuarta ronda, y a Dennis Pitta, que se dislocó la cadera derecha por tercera vez en cinco años. Ambos inauguran la lista de bajas importantes de jugadores de la NFL para toda la temporada que, como no, tuvo a los Ravens como primeros protagonistas.

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El error de darle a Flacco galones

Con un General Manager como Ozzie Newsome, quizá el más prestigioso de la NFL actual, todos los años encuentran la manera de sobreponerse a sus problemas con movimientos muy inteligentes en la agencia libre y drafts maravillosos. Pero ni siquiera esa inyección anual de buenos jugadores ha evitado que quedaran fuera de playoff en tres de sus últimas cuatro temporadas. En 2015 y 2016 han sumado solo 13 victorias cuando habían ganado una Super Bowl y disputado otras dos finales de conferencia durante los primeros cinco años con John Harbaugh como entrenador principal. Uno de los ‘cocos’ de la NFL por su estilo rocoso y agresivo ‘made in’ NFL Norte parece haber perdido el idem.

En los últimos tiempos los Ravens han intentado darle más protagonismo a Joe Flacco y el tiro les ha salido por la culata. El quarterback lleva años demostrando que es funcional en un ataque volcado en la carrera, e incluso brillante y atrevido en playoffs, pero le falta talento y fortaleza para conducir con éxito un sistema que le dé protagonismo. En sus ocho años anteriores nunca había alcanzado las 4.000 yardas de pase. El año pasado, por fin, llegó a las 4.317, pero jugando quizá el football más errático de su carrera. Por mucho que el jugador se empeñe en lo contrario, no es uno de los grandes quarterbacks de la NFL y creo que a estas alturas en la franquicia ya se han hecho a la ida por mucho que les haya costado digerirla. Y también deben resignarse a que con el contrato vigente tienen Flacco para rato.

Vuelta a los orígenes y a las trincheras

Asumido el hándicap de un quarterback que no es lo que esperaban, y con el que no pueden dar el salto que buscaban a equipo rocoso en defensa, pero explosivo en ataque, parece que han decidido dar marcha atrás y volver a la fórmula que tan bien les funcionó en los primeros años de esta década. Eso supone cimentar la ofensiva en un backfield que Terrance West y Kenneth Dixon deberían ser capaces de hacer poderoso. El hándicap será que Dixon se perderá por sanción los primeros cuatro partidos de la temporada. Visto por el lado bueno, esa baja les permitirá probar de una vez si Taliaferro tiene algún recorrido. También han fichado a Danny Woodhead en busca de un juego más versátil, pero últimamente tampoco consigue pasar mucho tiempo fuera de la enfermería. Para acabar, llama la atención que hayan dejado marchar a Kyle Juszczyk. Después de mucho tiempo los Ravens pueden llegar a temporada regular sin un fullback poderoso que se había convertido en una de las señas de identidad del equipo.

Jeremy Maclin llega como salvador

Tras a la retirada de Steve Smith y la marcha de Kamar Aiken, el grupo de receptores se quedó en cuadro y tuvieron que fichar a Jeremy Maclin casi in extremis a principios de junio. Maclin tiene exactamente el perfil de receptor ideal para Flacco. Con una mentalidad muy similar a la de Steve Smith y, sobre todo, a la de Anquan Boldin. Maclin es de esos raros especímenes que hay en la posición de receptor que están más preocupados de hacer que brille su quarterback que de brillar ellos. Un jugador que se ofrece constantemente, que intenta hacer más fácil el trabajo de sus compañeros y que, si le respetan las lesiones, se convertirá sin ninguna duda en el mejor amigo de Flacco. No hay que olvidar a Mike Wallace, que el año pasado tuvo una temporada extraordinaria que no se valoró en su justa medida por algunos drops inoportunos, Breshad Perriman, que espabila pronto o le colgarán el cartel de fracasado, y un grupo sospechoso formado por Campanaro, Chris Matthews, Chris Moore… Para ellos es muy grave la lesión de Dennis Pitta, porque Flacco necesita un buen tight end para jugar cómodo, Ben Watson no parece suficiente para cubrir ese vacío y Crockett Gillmore también se ha lesionado para toda la temporada.

La línea ofensiva también está llena de interrogantes. Ronnie Stanley demostró en su año de rookie que tiene talento de left tackle estrella y Marshall Yanda también es un gran guard derecho, pero han perdido a Zuttah (C) y a Ricky Wagner (RT) y el año pasado sobrevivieron a duras penas en el guard izquierdo con un Alex Lewis que este año será de entrada titular. En cuarta y quinta ronda del draft eligieron dos guards, Nico Siragusa y Jermaine Eluemunor, pero el primero ya está lesionado para toda la temporada y el segundo difícilmente será titular. Para colmo de males, James Hurst huele a coladero en el tackle derecho y Ryan Jensen en el puesto de center también resulta bastante desalentador. Todo se complicó aún más por el anuncio de la retirada del guard John Urschel a finales de julio, a los 26 años, después de que fuera publicado un estudio médico que asegura que el 99% de los cerebros de exjugadores de la NFL analizados están afectados de CTE (encefalopatía traumática crónica). Con todos estos cambios, el año pasado estuvieron en la media de la liga permitiendo 33 sacks, pero podrían tener por delante una temporada muy complicada.

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Un front seven amortizado

Visto un ataque que aparentemente ha empeorado puesto por puesto, pero que puede mejorar en el campo si consigue recuperar su identidad, llega el momento de analizar una defensa que será el auténtico termómetro de las opciones del el equipo. De entrada no es fácil ser optimista. En la línea de tres el nose tackle Brandon Williams es un seguro de vida, pero Jernigan y Guy, los dos end titulares en 2016, ya no están en el equipo y no está claro que haya relevos de garantías más allá de Chris Wormley, elegido en tercera ronda del draft. Tendrán que cruzar los dedos para que Willie Henry, Brent Urban o Bronson Kaufusi, este último lesionado durante todo su año de rookie, consigan llenar el hueco pese a la falta de experiencia. Lo mismo sucede con los cuatro linebackers. Pierden a Zach Orr (ILB), que ha tenido que retirarse por una lesión congénita en el cuello, y a Elvis Dumervil (OLB), que ha sido cortado. Siguen dependiendo demasiado de Terrell Suggs (OLB) como mejor pass rusher, pero que a sus 34 años está en clara cuesta abajo. Solo C.J. Mosley (ILB), primera ronda de 2014, aporta a la vez calidad contrastada y juventud. El puesto de Orr por dentro lo ocupará Kamalei Correa, 2ª ronda de 2016, que el año pasado terminó casi inédito perseguido por las lesiones. Si tenemos en cuenta que solo consiguieron 31 sacks, ocho de ellos fueron de Suggs y cuatro de Matt Judon, un rookie que dejó muy buenos detalles y en el que tienen puestas muchas esperanzas, es evidente que tenían que mejorar ya los edges. Por eso invirtieron en ellos una segunda y una tercera ronda del draft. Tyrus Bowser ocupará de inmediato el puesto dejado por Dumervil y Tim Williams servirá para darle descansos a Suggs en un front seven con muchas caras nuevas y demasiados interrogantes.

Gran esfuerzo en reconstruir secundaria

En secundaria han hecho sus mayores inversiones de toda la offseason fichando a Tony Jefferson (S) y a Brandon Carr (CB) y eligiendo a Marlon Humphrey en primera ronda del draft. El fichaje del safety compensa la marcha de Lardarius Webb y Jefferson puede formar con Eric Weddle una magnífica pareja de safeties. Las cosas no serán tan sencillas en la posición de cornerback. Jimmy Smith parece ir a menos cada año y encima se les ha lesionado Tavon Young para toda la temporada. Por eso, la llegada de Carr y la elección de Humphrey pueden no ser suficientes y tal vez tengan que hacer un último esfuerzo en el mercado para fichar a alguna de las viejas glorias (Brandon Flowers, Leon Hall, Darrelle Revis…), porque en el vestuario no hay demasiado de lo que tirar.

No quiero ser pesimista, porque en Baltimore casi siempre sucede algo que convierte a su bloque en competitivo, pero a día de hoy los Ravens parecen un equipo en decadencia, que necesita mejorar muchos aspectos el juego. No es que tenga problemas para crecer, es que ni siquiera les da tiempo a acometer las reparaciones de edificio que se les está cayendo a cachos por la edad y por las epidemias de lesiones. John Harbaugh ya ha demostrado que es un gran entrenador y ya he hablado de Newsome como general manager estrella, pero necesitarán al menos un par de años para recuperar su estatus de ‘gallito’ de la Americana.

Mi pronóstico

Los Ravens tienen un calendario bastante sencillo, y la suerte de que también está equilibrado entre partidos fuera y en casa. Probablemente, el mes de septiembre será un buen termómetro para el resto de su temporada. Bengals en Cinncinati, Browns en casa y Jaguars en Jacksonville parecerían un juego de niños para ellos en otros tiempos, pero este año parecen una etapa reina del Tour. No creo que superen las siete victorias 7-9 y difícilmente pelearán por entrar en playoffs. Esta vez es posible que no les salve ni Justin Tucker metiendo field goals desde medio campo.

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