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Así los veo: previa NFL 2017 de los Dallas Cowboys

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El año pasado, en Dallas se obró un milagro. Tony Romo se lesionó en pretemporada, todos imaginamos que la consecuencia inmediata iba a ser la implosión del equipo y de pronto, de la nada, irrumpió Dak Prescott para protagonizar una temporada fresca pero muy seria, sin grandes aspavientos, pero llena de convicción. Y el quarterback formó junto a Ezekiel Elliott la pareja del año en la NFL… hasta que terminaron por aparecer los de siempre.

Incluso tras la aparición de un quarterback de la nada, y la elección en primera ronda de un corredor que ha revolucionado la NFL, parecía que los Cowboys se desangrarían por su falta de defensa. Nada de eso. Lo que hizo el coordinador defensivo Rod Marinelli entra en el territorio de lo sobrenatural. Muchos de sus mejores jugadores estaban sancionados o lesionados, pero nada de eso importaba. La defensa se convirtió en infranqueable por tierra y en las primeras semanas también por el aire. Nunca tantos jugadores con tan poco pedigrí han rendido a un nivel tan alto como bloque. ¡Y en los Cowboys! El mundo puesto patas arriba.

El sueño terminó un 15 de enero cuando Jason Garrett, elegido inexplicablemente entrenador del año en la NFL, decidió que su equipo abandonara su estilo, y Aaron Rodgers aprovechó el regalo para robarles la cartera.

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Un difícil segundo año para Dak Prescott

Ahora llega el momento de la verdad. El de demostrar que todo lo sucedido no fue un espejismo. Que en ese equipo hay entrenador, quarterback y defensa. Por muy bueno que pueda haber sido su draft, en la agencia libre les expoliaron casi toda la secundaria y es sabido que en Dallas la vida transcurre muy deprisa y las cosas suben y bajan a velocidad vertiginosa.

Lo mejor de Dak Prescott en su primer año fue la imagen de solidez que transmitió. Completó el 67,8% de los pases que intentó, solo fue interceptado cuatro veces, repartió juego con la sabiduría de un veterano, leyó el campo con eficacia, nunca le perdió la cara a ningún partido, resolvió con eficacia situaciones difíciles, se compenetró perfectamente con todos sus compañeros… Por algo sería que estuvo entre los aspirantes al MVP de la temporada. Prescott pudo gustar más o menos, pero durante todo su año de rookie jugó como si fuera un veterano curtido en mil batallas. Y además, un veterano bueno.

Ya no será tan sencillo. Prescott ha tenido demasiado tiempo para pensar y digerir lo vivido, y todos sus rivales han estudiado sus reacciones con microscopio para descubrir cómo buscarle las cosquillas. Sin embargo, los antecedentes le ayudan. En el aspecto mental, que no en el estilo de juego, se parece mucho a Russell Wilson, otro quarterback que transmitió esa misma madurez en su debut y desde entonces no la ha perdido. Con todos esos alicientes estoy deseando ver jugar a Prescott de nuevo.

Un grupo de receptores muy polifacético

El primer factor que ayudó a que Prescott jugara tan bien como rookie fue la variedad y calidad de un grupo de receptores que el 2017 se mantendrá intacto. Dez Bryant sigue siendo uno de los mejores de la NFL; Jason Witten, el tight end, no levanta el pie del acelerador a sus 35 años; Cole Beasley da el perfil de estos nuevos receptores pequeños, móviles y muy inteligentes que siempre aparecen donde menos te lo esperas para hacerte un lío; Terrance Williams parece que nunca está, pero el año pasado resolvió sus problemas con los drops para atrapar el 72,1% de los balones que le llegaron... Además, en 4ª ronda han fichado a Ryan Switzer, un jugador con un perfil muy similar al de Beasley.

Llegó Ezekiel Elliott y se hizo la luz

Elliott ha conseguido devolver el glamour perdido a la posición de running back. Durante los últimos años se había extendido la teoría de que se podían encontrar corredores desequilibrantes en rondas intermedias y no merecía invertir una 1ª ronda alta en ellos porque su durabilidad es muy corta. Elliott ha conseguido destrozar esos clichés al irrumpir en la NFL a lo grande. Se quedó a 6 yardas de las 2.000 totales entre pase y carrera, anotó 16 touchdowns y se pasó toda la temporada desarbolando cuantas defensas salían a su paso. El rendimiento del corredor fue el segundo factor que allanó el camino a Prescott. En la recámara seguirán estando Darren McFadden y Alfred Morris aunque nadie se acuerde de ellos.

El tercer factor es su línea ofensiva, en la élite de la NFL desde hace ya algunos años. Tyron Smith (LT), Travis Frederick (C) y Zack Martin (RG) están entre lo mejorcito de la NFL en su posición. Se ha retirado Doug Free, el right tackle, pero era el eslabón más débil. Y además, este año recuperan a La’el Collins y a Chaz Green, que el año pasado prácticamente no jugaron por lesión. El primero pasará al RT mientras Green ocupará el LG con permiso de Jonathan Cooper. Salvo epidemia de lesiones, o circunstancia inesperada, volverán a ser decisivos para que Prescott tenga todo el tiempo del mundo para pasar y Elliott encuentre autopistas por las que correr. Nada ha cambiado en todo el bloque ofensivo que impida que vuelva a estar en el top 5 de la NFL.

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Una defensa sin estrellas en la que todos trabajan

El grave problema de la defensa ha sido la ausencia de un pass-rusher dominante. Por suerte, solventaron el problema con un sistema de relevos con el que consiguieron que muchos jugadores distintos consiguieran sacks. Este año han preferido invertir en talento y han elegido a Taco Charlton en primera ronda del draft. Junto a Demarcus Lawrence debería formar una pareja muy potente. Tyrone Crawford, que puede jugar de end o de tackle, también entra bien en blitz y tendrá un papel importante. Seguirán como relevos David Irvin y Benson Mayowa, además de Charles Tapper, que se perdió su temporada de rookie por lesión. En los defensive tackles es seguro Maliek Collins después de una magnífica temporada de rookie, pero el otro puesto puede ser para Crawford, Cedric Thornton o incluso el recién fichado Stephen Paea hasta que David Irving, el legítimo dueño del puesto, regrese de su sanción de cuatro partidos. Lo que sin duda no cambiará será la filosofía de relevos constantes que tan bien funcionó en 2016.

Para el trío de linebackers todos los ojos están puestos en Jaylon Smith, fue elegido con el pick 34 global de 2016 pese a que sufría una lesión gravísima que podía retirarle del football. Sin esa lesión, habría sido elegido sin duda en el top 5. Si vuelve al ciento por ciento puede convertirse en líder de ese front seven en los próximos años. Mientras sabemos lo que sucede con él, Sean Lee seguirá siendo el alma de ese grupo tras una temporada monstruosa. Anthony Hitchens por dentro y Damien Wilson como ‘sam’ forman un trío quizá no demasiado vistoso, pero que cubre muchísimo campo, colapsa con eficacia las puertas a la carrera en el segundo nivel y rindió en 2016 muy por encima de lo que se podría suponer. Con su trabajo, nadie echó de menos a Rolando McClain ni a Randy Gregory, que ya son historia tras sus sanciones.

Una secundaria reconstruida

En la agencia libre, los Cowboys perdieron a Barry Church, su strong, y a Morris Claiborne y Brandon Carr, cornerbacks titulares. Son tres bajas gravísimas, pero han sido cubiertas de inmediato con una gran inversión en el draft. Para el strong no había en la plantilla un relevo claro y en un principio lo podría ocupar Jeff Heath como solución de urgencia. Sin embargo, tienen puestas muchas esperanzas en Xavier Woods. Aunque fue elegido en 6ª ronda, es considerado un ‘robo’ del draft. El free safety seguirá siendo para Byron Jones, convertido ya en uno de los mejores de la NFL en su puesto. Como cornerbacks estarán de nuevo Anthony Brown, que tuvo un buen año de rookie, y Orlando Scandrick en su eterno papel de chico para todo en el slot. Han fichado a Nolan Carroll para añadir veteranía y han elegido a Chidobe Awuzie y Jourdan Lewis en 2ª y 3ª rondas del draft. Entre todos tiene la misión de dar empaque a una secundaria que empezó muy bien el año pasado, pero terminó sucumbiendo a las mismas limitaciones y falta de experiencia que pueden lastrarles en 2017.

Los Cowboys van a intentar repetir la misma fórmula que les funcionó tan bien el año pasado y que les convirtió en el mejor equipo de la temporada regular. Si les respetan las lesiones, el ataque debería seguir siendo igual de potente, pero un año más la defensa está plagada de dudas. El sistema parece funcionar, pero muchos jugadores mediocres y demasiada juventud pueden lastrar un grupo que en 2016 pareció jugar muy por encima de sus posibilidades.

Mi pronóstico

La NFC Este promete ser tan dura como siempre, viajar a Atlanta o a Oakland no es plato de gusto para nadie y recibir a Packers o a los Seahawks puede convertirse en una trampa peligrosa. Será casi imposible que los Cowboys puedan repetir el récord 13-3 de la pasada temporada, y también estoy convencido que las aguas volverán a su cauce habitual y los Cowboys se jugarán la postemporada en el mes de diciembre con viajes a Giants, Raiders y Eagles y recibiendo a Seahawks. Se darán con un canto en los dientes si firman un récord 10-6 que debería bastarles para entrar en postemporada… y gracias.

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