Lo bueno, lo malo y lo feo de la semana 5 de la NFL
Deshaun Watson disfruta de una jornada memorable con cinco pases de touchdown en la paliza de Houston sobre unos inofensivos Falcons.
Cuando se habla de la nueva generación de quarterbacks de la NFL que eventualmente tomará la estafeta de los Tom Brady, Drew Brees y Ben Roethlisberger de esta liga, por lo general se pasa por alto el nombre de DeShaun Watson.
Eso es un grave, grave error, como le consta a los Atlanta Falcons.
El dinámico pasador de los Texans tuvo una jornada para el recuerdo al finalizar con rating perfecto de 158.3 puntos, una marca personal de 426 yardas y cinco pases de touchdown. En el contundente triunfo de Houston sobre Atlanta, Watson se convirtió en el primer jugador en la historia de la liga en lanzar para al menos 400 yardas con cinco touchdowns y cinco pases incompletos o menos (28 de 33). También es el primer quarterback en rebasar las 400 yardas aéreas ante una defensiva de los Falcons desde la semana 16 de la temporada 2012.
Todos esos números se reducen a una sola palabra: Dominio.
Watson tuvo una de las actuaciones más dominantes de la historia. Y en una temporada en la que Rodgers luce sano y en su mejor momento, el joven Patrick Mahomes no deja de asombrar cada semana y Tom Brady sigue siendo, pues, Tom Brady, Watson se destacó por encima de todos ellos.
Es fácil cuando se tiene a una dupla de receptores como DeAndre Hopkins y Will Fuller.
Con Atlanta determinado en no permitir que fuera Hopkins el que les ganara el juego, Watson lo único que tuvo que hacer fue recurrir al “Plan B”, Fuller, quien terminó con una marca personal de 217 yardas y tres anotaciones para colocar a los Texans con marca de 3-2 y ratificar el terrible inicio de campaña de los Falcons (1-4).
Lo malo
Jerry Jones se atrevió a comparar en la semana a Dak Prescott con Tom Brady y ha expresado en repetidas ocasiones su voluntad de convertirlo en uno de los pasadores mejor pagados de la NFL.
Y Prescott ha demostrado esta temporada que merece todas esas palabras de Jones. Siempre que juegue ante rivales como Giants, Redskins y Dolphins.
Pero cuando el nivel de la competencia aumenta, el nivel de Prescott invariablemente va en la dirección opuesta. El domingo fue el mejor ejemplo de ello.
A pesar de finalizar con 463 yardas, dos touchdowns y encabezar una furiosa remontada en la segunda mitad que, eventualmente, terminó quedándose corta ante los Packers, Prescott lanzó tres intercepciones, e infló la mayoría de sus números ante una defensiva que se volvió displicente después de que el marcador se colocó 31-3.
Dallas perdió su segundo partido consecutivo y Prescott se ha mostrado en ambos compromisos lejos del quarterback que inició la campaña con 9 touchdowns y dos intercepciones en sus primeros tres partidos ante equipos que, coincidentemente, eran las tres peores defensivas de la NFL luego de tres semanas.
En las derrotas ante Saints y Packers, dos conjuntos que han demostrado pertenecer al grupo elite de contendientes en la NFC, Prescott ha sido otro. Suma dos touchdowns, cuatro intercepciones y un rating combinado de 78.5 puntos.
Los Cowboys no suman un Lombardi a sus vitrinas desde hace más de 23 años y, para acabar con la sequía, invariablemente tienen que vencer a los equipos de elite en situaciones de alto estrés. Prescott no ha demostrado esta temporada que sea capaz de cumplir con estos requisitos, beneficiándose en cambio de un calendario por demás accesible.
Lo feo
A nadie le gusta ver una lesión en la NFL. Y mucho menos si es una tan aterradora como la que sufrió el novato Mason Rudolph el domingo en Pittsburgh.
El joven quarterback de los Steelers sufrió un dramático y accidental golpe al barbiquejo cortesía del safety de los Ravens Earl Thomas en el tercer cuarto. Instantáneamente, Rudolph cayó al suelo, inerte, inconsciente y sin respuesta en las extremidades. La cadena de televisión de inmediato buscó a Ryan Shazier en la banca de Pittsburgh.
Más de uno de los compañeros, algunos sobrecogidos por el llanto, pensaron en Shazier ─el linebacker de Pittsburgh que perdió temporalmente la movilidad en las piernas y apenas dos años después comienza a caminar con normalidad─ al ver tendido a Rudolph en el terreno.
El drama duró unos cuantos minutos, que dentro de Heinz Field se sintieron eternos. Eventualmente, Rudolph abrió los ojos, volteó a las gradas y sonrió antes de salir del campo evidentemente conmocionado.
Pittsburgh perdió el juego, su cuarto de la campaña, y a su segundo quarterback en lo que va del calendario. Sin embargo, lo sucedido el domingo pudo ser peor, mucho peor, para los Steelers. Y lo saben solo con voltear a ver a Shazier.