Grandes colapsos tras inicios invictos
La NFL es una liga que se debe saber jugar. Hay que saber cuándo ganar, incluso cuando poder perder. El camino al Super Bowl se divide en dos temporadas. El objetivo de la primera sólo es calificar para la segunda. De septiembre a diciembre se juega para ganar el derecho a seguir jugando en enero. Sólo eso. La meta de todos debe ser calificar, con cualquier récord, pero calificar, y buscar su pico de rendimiento en diciembre para aspirar a seguir ganando en enero.
En esta liga, arrancar bien, te garantiza poco, casi nada.
Viajemos brevemente en el tiempo, a los días de los Vikingos de Minnesota de Randy Moss y su mejor temporada en la NFL. Con los bombazos del quarterback Daunte Culpepper, y las carreras de Robert Smith, montaron un comienzo de 6 ganados y 0 perdidos, en la temporada 2003.
Para finales de octubre los analistas coincidían que esos Vikingos, finalmente, volverían al Super Bowl. Nadie imaginó que en noviembre y diciembre vivirían uno de los más contundentes colapsos. Perdieron cinco de sus siguientes seis partidos, ganaron tres de los diez finales, concluyeron 9-7, fuera de playoffs.
En el 2008 ocurrió algo semejante. Se llegó a la jornada 12 con los sorprendentes Tennessee Titans invictos, 10 ganados y 0 perdidos, de la mano del indefendible corredor Chris Johnson, y Kerry Collins de quarterback. Enfrente, los NYJets, de Brett Favre, que recién había salido de Green Bay, marchaban 8 ganados y 3 perdidos.
Con 294 yardas por pases de Brett Favre a Dustin Keller, Jericho Cotchery y Laverenus Coles, los Jets quitaron el invicto a Titans, 34-13. Pese al resultado los dos equipos seguían hablando de playoffs, con el Super Bowl en la mira.
Los Jets perdieron cuatro de sus siguientes cinco partidos, cerraron 9-7, y sólo pudieron ver los playoffs por televisión. Los Titans llegaron a estar 12-1, y fue ahí cuando comenzó el declive. Perdieron dos de sus últimos tres partidos. Pese a tener la casa en playoffs, los echaron en primera ronda.
Seguramente usted tiene en mente varias historias semejantes de su equipo favorito. Colapsos monumentales, dolorosos, en la segunda mitad de la temporada. Y es que en la NFL, contendientes y pretendientes se separan a partir de noviembre.
Hoy los 49ers de San Francisco son la nota. Invictos, y con un 10-0 por primera vez desde 1990. Seguramente Tom Brady se sintió orgulloso de ver a Jimmy Garoppolo lanzar esos 4 pases de touchdown frente a Arizona, confirmando ser su mejor alumno, y pareciendo haber encontrado en George Kittle a su Rob Gronkowski.
Calma, familia de los 49ers, aún no está ganado nada. El resto de noviembre nos dejará una idea más clara de sus pretensiones. En los próximos cinco partidos se
Van a encontrarse con Russell Wilson de Seattle, Aaron Rodgers de Packers, Lamar Jackson de Ravens, y los Saints de Drew Brees; así como un segundo duelo frente a Kyler Murray y los Cardinals.
Incluso Tom Brady y sus vigentes campeones Pats de Nueva Inglaterra, saben de esto. En la temporada 2010 entraron a playoffs como el mejor equipo de la liga, 14 ganados y 2 perdidos, listos para recibir en playoffs a los NY Jets del coach Erick Mangini y Mark Sánchez al mando. Nadie imaginó que Sánchez y sus J-E-T-S, Jets, Jets, Jets, ganarían 28-21 a unos cansados Patriots.
Todavía al año siguiente Brady y Belichick repitieron su error. Entraron a playoffs 13-3, alcanzaron el Super Bowl XLII, sólo para volver a perder ante unos NY Giants que habían calificado con tan sólo 9 ganados y 7 perdidos, pero empezando a jugar su mejor futbol americano.
No sólo se trata de ganar. Hay que saber cuándo ganar, y cuando perder, para verdaderamente aspirar al Super Bowl.