Jameis Winston, Marcus Mariota y el fracaso del draft de 2015
Las dos primeras selecciones globales del reclutamiento colegial de 2015 están desaprovechando tal vez su última oportunidad de consolidarse en la NFL.
Cada año hay al menos un equipo que llega al Draft con la esperanza de encontrar al próximo Joe Montana o Tom Brady que llene sus vitrinas de trofeos y le dé, o le devuelva, el lustre a la organización. Cada año, más de un equipo se equivoca. Rotundamente.
Los fracasos del Draft, especialmente en la posición de quarterback, están bien documentados. Las historias de JaMarcus Russell, Tim Couch o Ryan Leaf son parte de la cultura popular de la NFL. Y es hora de incluir dos nombres a esa lista: Jameis Winston y Marcus Mariota, las primeras dos selecciones globales del Draft de 2015.
De acuerdo, ni Winston ni Mariota han alcanzado los niveles de infamia de Russell o Leaf, pero tampoco nunca nadie los va a confundir pronto con Montana o Brady. Digamos que solo tienen un nivel distinto de mediocridad.
Todo eso está claro después de poco más de cuatro temporadas plagadas de inconsistencia, de ellos y de sus respectivas organizaciones que se han vuelto cada vez más impacientes en su búsqueda por brindarles el sistema adecuado para prosperar y alcanzar su potencial. Así lo demuestra el largo desfile de entrenadores (tres de Mariota y tres de Winston) y coordinadores (cuatro de Mariota y tres de Winston). Todos ellos fracasaron.
Como resultado, Mariota y Winston, y por lo tanto Tennessee y Tampa Bay, están sumergidos en un mar de incertidumbres a corto y mediano plazo.
Mariota y Winsnton iniciaron la campaña en su último año de contrato y con la única misión de ganarse una nueva oportunidad con sus respectivas franquicias, o como titulares en esta liga. Sin embargo, lo mostrado hasta el momento indica cada vez con mayor claridad que ninguno es digno de los millones de dólares que comanda un quarterback estelar.
Mariota tiene apenas 1,179 yardas y siete pases de touchdown luego de seis juegos al frente de la 28va peor ofensiva de la NFL. Su desempeño ha llegado al punto en que el domingo pasado el coach Mike Vrabel recurrió a Ryan Tannehill para inyectarle -infructuosamente- algo de vida al ataque de Tennessee. Las lesiones, la inconsistencia lo convierten hoy en una apuesta mucho más arriesgada que hace cuatro años y medio, cuando fue la segunda selección global.
En el caso de Winston, la llegada del “gurú de quarterbacks” Bruce Arians ha sido de poca ayuda por enmendar sus problemas. Esta temporada tiene 12 pases de touchdown a cambio de 10 intercepciones, ha sido capturado 25 veces en dos juegos y la impaciencia comienza a relucir tal como sucedió la campaña anterior, cuando fue a la banca para permitir que el veterano Ryan Fitzpatrick ocupara su lugar.
Eso deja a Tennesse y Tampa Bay prácticamente en el limbo. Considerando que los quarterbacks de campeonato no llegan a la agencia libre, y que ambos equipos cuentan con talento suficiente como para mantenerse lo suficientemente mediocres, no será pronto que estén cerca de las primeras selecciones que les permitirían una nueva apuesta en el Draft. Aunque, no es que la última vez les haya ido muy bien.
Winston y Mariota son la imagen de una generación fallida de pasadores, de proyectos organizacionales fallidos. Son claro ejemplo de que las intangibles son tanto o más valiosas que las virtudes físicas a la hora de buscar -y encontrar- a ese jugador especial que le cambie el rostro a una franquicia.