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#NFL100

John Elway: El hombre que nunca está satisfecho

Su brazo portentoso y una capacidad única para eludir la derrota convirtieron al pasador de los Broncos en un ícono.

Estados Unidos
Su brazo portentoso y una capacidad única para eludir la derrota convirtieron al pasador de los Broncos en un ícono.
Lutz BongartsGetty Images

La primera vez que John Elway ingresó a un campo de football de la NFL, se alineó detrás del guard izquierdo. La última vez que lo hizo fue para poner rodilla en tierra y consumir el último minuto de juego, dándole a los Denver Broncos su segundo título consecutivo.

Sí, la carrera de John Elway fue una montaña rusa de fracasos devastadores y una incesante lucha por convertir un legado de derrotas en la imborrable a imagen de su enorme sonrisa con el trofeo Lombardi en la mano antes de caminar hacia el ocaso. Le tomó 16 años, pero lo logró.

“Como podrían sospecharlo, crecer con el apellido Elway siempre causó que nos hicieran todo tipo de preguntas. La más común era: ‘¿cuál es la mejor parte de que John Elway sea tu papá?’”, contó la hija mayor del pasado, Jessica, durante el discurso de inducción de su padre al Salón de la Fama en 2004.

“’Eso es fácil’, siempre respondíamos. ‘Que éramos muy jóvenes para recordar los tres primeros Super Bowls’”.

Tres Super Bowls que le dejaron poco más que una extraña sensación de vació y lo que parecía ser un legado perpetuo como aquel que pasador que nunca dio el último paso. Una etiqueta injusta desde cualquier punto de vista al considerar que se despidió de la NFL como el pasador con más triunfos y el segundo con más yardas. Pero en la NFL la sortija lo es todo.

Elway siendo Elway, no se detuvo hasta tener una, de hecho, dos. En el ocaso de su carrera, el dueño de los Broncos Pat Bowlen logró poner suficiente talento alrededor de su ícono para dar ese último paso hacia el Olimpo.

“Necesitas las altas y las bajas”, dijo en 1996 en una entrevista para ESPN The Magazine. “Porque si la cosa es así” ─dibujando una línea plana ─ “sientes como si en realidad no estuvieras haciendo algo”.

Signos vitales

Y la carrera de Elway tiene más altas y bajas que un electrocardiograma de cualquier aficionado o rival cada que el número 7 de Denver tenía el balón en las manos en el último cuarto y con el juego en la línea.

Esa sensación la conocen bien en Cleveland, donde en 1986 Elway comandó “The Drive”, una ofensiva de 98 yardas en los últimos 5:02 del partido para romperle ─una vez más─ el corazón a una ciudad acostumbrada al desconsuelo.

Esa sensación es mejor conocida aún en Denver, en donde Elway comandó la mayoría de sus 31 remontadas (tercera mayor cantidad al momento de su retiro) y sus 40 ofensivas para ganar el partido (segunda mayor cantidad al momento de su retiro y actualmente séptima en la historia).

Elway se sacudió los fracasos y las críticas de la misma manera en que compraba tiempo con sus ágiles piernas. De hecho, de la misma manera en que trazó toda su carrera. Con determinación y bajo sus propios términos.

El tipo que se negó a jugar con los Baltimore Colts, quienes lo tomaron con la primera selección de 1983 y obligó su cambio bajo la amenaza de irse a jugar baseball. Es el mismo tipo que dijo adiós en lo más alto de la liga.

Y es el mismo que, en su nueva función como gerente y presidente de operaciones de los Broncos, sigue viviendo por las altas y las bajas.