James Conner venció al cáncer en la última jugada
Después de recibir una sentencia de muerte, los logros deportivos del running back de Pittsburgh Steelers toman una mayor relevancia.
Hay ciertas frases que un joven de 20 años jamás debería escuchar. “Te queda como una semana de vida” sin duda debe estar al tope de la lista.
Pero James Conner no tenía miedo de lo que acababa de escuchar del doctor, lo que le provocaba escalofríos por todo el cuerpo no eran los tumores que accidentalmente le acababan de detectar alrededor del corazón. El gran temor del hoy running back de los Pittsburgh Steelers fue más terrenal. Más humano.
Lo más difícil de todo, dijo Conner en el podcast de Michael Seander (Mike Stud), fue darles la noticia a sus cuatro hermanos mayores. En Día de Acción de Gracias.
“¿Cómo se sentirían si su hermano menor ya no está aquí? ¿Cómo se sentirían si su hermano menor muere?”, relató Conner en los primeros detalles que da de su diagnóstico de linfoma de Hodgkin. “Dije que no podía hacerlo. No puedo”.
Pero un running back, especialmente uno que venía de ser nombrado Jugador del Año de la ACC, está acostumbrado a pensar rápido y a atacar cualquier resquicio con decisión con el único objetivo de ver la luz del otro lado.
Fue exactamente lo que hizo Conner.
Pocos días después, el aún jugador de la Universidad de Pittsburgh inició un agresivo tratamiento con sesiones de quimioterapia cada dos semanas durante seis meses. Nunca dejó de entrenar. Así tuviera que hacerlo con tapabocas y un dispositivo en el pecho por el que se le administraba la quimioterapia.
“Es sencillo decir que ha sido la parte más oscura de mi vida”, dijo.
Bien pudo ser un golpe ciego del que nunca despertara. “Pude haber muerto en el campo”, dijo. Pero fueron precisamente una lesión de football y la falta de sueño lo que le salvaron la vida, por más irónico que parezca.
“Estaba en rehabilitación para intentar volver antes de que terminara la temporada (2015). Estaba en rehabilitaciones y comencé a sudar mucho por las noches. Dormía como 15 minutos cada noche. Dormir. ¿A quién no le gusta dormir?”, relató Conner. “Es lo peor del mundo. Me hacen unos análisis y tengo tumores alrededor del corazón. Tumores creciendo alrededor”.
De inmediato Conner se dio cuenta que la falta de sueño no era lo peor del mundo, sino lo que estaba por escuchar: “Si no lo atiendes, te queda como una semana de vida al ritmo que está creciendo (el cáncer)”.
La voluntad de Conner fue más fuerte que un diagnóstico médico y seis meses después fue declarado libre de cáncer. Seis largos meses.
“Con el cáncer, es lo primero en lo que piensas al despertar y lo último que piensas antes de dormir”, dijo. “Esa mierda te consume”.
No lo suficiente. No para Conner, quien volvió para la temporada 2016 y sumar otra 1,092 yardas y 12 touchdowns antes de ser tomado en la tercera ronda (105 global) nada menos que por el equipo de su ciudad, Pittsburgh.
Ahora James Conner es el running back titular de los Steelers, puede presumir un viaje al Pro Bowl y duerme tranquilo por las noches. La pesadilla terminó.