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Manfred, Beltrán y Cora: Cómo no realizar una “investigación”

El comisionado de Grandes Ligas sigue resultando expuesto en el escándalo de robo de señales de Houston.

Estados Unidos
El comisionado de Grandes Ligas sigue resultando expuesto en el escándalo de robo de señales de Houston.
Getty Images

Alguien aquí no está diciendo la verdad. No es ninguna sorpresa tratándose de los Astros, después de todo, es lo que han venido haciendo los últimos tres o cuatro años. Tal vez más, según reportes recientes.

Pero ¿el comisionado? ¿No se supone que la base de su trabajo es la transparencia y la investigación a fin operar su liga con la mayor justicia y competencia posible?

Bueno, pues, ese es solo el supuesto, pero Rob Manfred ha manejado todo el escándalo del robo de señales de los Astros con la astucia de un político. Cuidando lo más posible su producto, malabareando los intereses de los distintos equipos y dejándole a la prensa el trabajo sucio mientras él crea distractores.

Su más reciente propuesta de un nuevo formato de playoffs -pésima, por cierto- fue un pobre intento de desviar la atención de un escándalo que se ha convertido en una seria amenaza, no solo a su legado como comisionado sino a toda la industria que él maneja.

En tanto, los reportes sobre los chanchullos de los Astros continúan arrojando material incriminatorio. El martes, el Washington Post publicó que las tretas de Houston eran un secreto a voces dentro de la liga, que datan de más allá de 2017 y que al menos una decena de equipos se quejaron con la oficina de MLB.

Ese mismo día, The Athletic reportó que Carlos Beltrán y Alex Cora eran los responsables directos del plan, operación y ejecución del robo de señales. Y que debido a la estatura y reputación de Beltrán, los pocos miembros del equipo con un gramo de conciencia estaban con las manos atadas.

Según un vocero de Grandes Ligas, la oficina investiga todas las denuncias que recibe. Algo que actualmente es sumamente difícil de creer, considerando que MLB recibió al menos una decena de quejas desde 2017 y no fue sino hasta que un exjugador decidió exponer el asunto que Grandes Ligas tomó cartas en el asunto.

Es decir, Manfred sabía o debió tener una idea de que algo en Houston estaba chueco y no hizo nada para detenerlo, tal vez con la esperanza de que el mundo jamás se enterara. Una vez que Mike Fiers, un exlanzador de los Astros sacó la noticia a la luz, el comisionado y su oficina no tuvieron más opción que involucrarse en el asunto.

¿Cómo? No tomando acciones, como les correspondía. Están tomando reacciones en su lugar. Están operando con base en lo que se publica en la prensa y no al revés, como debería de ser.

Tomando en cuenta que Manfred ya impuso sanciones al equipo, cada nuevo reporte deja peor parado a un comisionado y a una oficina que supuestamente llevaron a cabo investigaciones y, considerando el tamaño de las sanciones, no fueron precisamente exhaustivas, sino más bien una maniobra de relaciones públicas por barrer toda la basura debajo de la alfombra.

Manfred ya castigó al equipo con 5 millones de dólares, selecciones de draft y todo lo demás. El manager AJ Hinch y el gerente Jeff Luhnow están suspendidos por un año. Los verdaderos responsables, que se sepa hasta el momento, Beltrán y Cora, fueron despedidos. Pero eso no es suficiente según la magnitud de sus faltas.

Ante la incapacidad o la falta de voluntad de Manfred por imponer sanciones ejemplares que realmente sienten un precedente y sean un verdadero disuasivo hacia el futuro, serán nuevamente la prensa y el mismo deporte los que tendrán que hacer el trabajo sucio. Otra vez.

Durante más de un siglo de vida, el baseball es el único deporte que se auto gobierna dentro del terreno de juego. Un par de rectas pegadas, un par de lanzamientos a la espalda, alguna barrida con fuerza excesiva en la segunda base. Repetir el proceso contra cada equipo. Los Astros se pusieron un tiro al blanco en la espalda y no hay forma de que se lo quiten tan fácilmente como Manfred quisiera.

En cuanto a Cora y Beltrán. Uno con sanción pendiente y el otro increíblemente exonerado, también quedarán expuestos a las reglas no escritas del baseball. Si Manfred no los desterró de por vida, los mismos equipos lo harán.