Lo bueno, lo malo y lo feo de las Finales de Conferencia
El cuento de hadas de los Titans llegó a su final en Kansas City ante un excelso Mahomes y sus propios errores.
Patrick Mahomes estuvo nuevamente fenomenal. Pero eso ya lo sabíamos.
Lo que no sabíamos, o nos negábamos a saber, es lo bueno que puede ser Raheem Mostert en particular, y los San Francisco 49ers en general. Duda despejada. Después del daño que le infligieron el domingo a los Packers, ya estamos muy conscientes del peligro que pueden causar.
Mostert fue el cuchillo y la defensiva de los Packers el queso crema que quedó embarrado en todo el uniforme del running back de los 49ers, quien tuvo una velada memorable para cargar sobre sus hombros al equipo con rumbo al Super Bowl.
Mostert, quien ni siquiera fue el titular y únicamente tomó protagonismo tras la lesión de muñeca de Tevin Coleman, fue inatrapable el domingo en Santa Clara. Ganó 220 yardas terrestres en 29 acarreos, incluyendo touchdowns de 36, nueve, 18 y 22 yardas.
Su escapada de 36 yardas a las diagonales en la segunda serie ofensiva de San Francisco dejó en claro que sería una larga noche para la defensiva 24 contra la carrera en campaña regular. Mostert tomó el balón de manos de Jimmy Garoppolo, aceleró entre tacle y guard izquierdos y se convirtió en una ráfaga de rojo y dorado en su camino a las diagonales. Nadie lo tocó.
El truco se repitió en múltiples ocasiones, como lo muestra el hecho de que San Francisco acumuló 285 yardas terrestres en un duelo en el que Garoppolo solo tuvo que lanzar ocho pases.
En el deporte no existe una mayor prueba de dominio que hacer lo que el rival espera que hagas y aun así, prosperar. Sí, los 49ers fueron dominantes.
Lo malo
Los Tennessee Titans escribieron los primeros capítulos de lo que parecía ser un bello cuento de hadas con una fórmula tan vieja y simple como efectiva. Ponle el balón en la barriga a Derrick Henry y quítate del camino.
La receta fue buena para 218 yardas terrestres en los primeros dos juegos de postemporada y un boleto a la antesala del Super Bowl. Entonces, en el momento de mayor apremio. La fórmula simplemente dejó de ser lo suficientemente buena para el coach Mike Vrabel.
Abajo en el marcador por únicamente cuatro puntos en el tercer cuarto, Vrabel y los Titans decidieron que era mejor poner el juego en el titubeante brazo de Ryan Tannehill y no en las poderosas piernas de Henry. Sobra decir, pagaron el precio.
Henry terminó el encuentro con apenas 69 yardas en 19 acarreos, gracias a una loable labor de la defensiva de los Chiefs, que se comprometió desde el inicio a quitarle las llantas al “Tractorcito”. Obviamente, Vrabel y el plan de juego tuvieron colaboración.
Henry tuvo un total de tres acarreos para siete yardas y dos recepciones para -8 yardas. Recordemos, nuevamente, que los Titans estaban abajo apenas por cuatro puntos cuanto tuvieron su primera posesión de la segunda mitad y le dieron la espalda por completo al único hombre capaz de mantener fuera del campo a Patrick Mahomes.
En defensa de Vrabel, hubo muy pocas oportunidades de darle el balón a su corredor. Una marcha de más de siete minutos que culminó en touchdown y una respuesta nula de los Titans fueron suficientes para cavar su propia tumba.
Lo feo
El plan de los Titans marchaba al pie de la letra. Controlar el tiempo de posesión, operar con una ventaja y mantener a la defensiva de los Chiefs dentro del terreno de juego y en jaque con un ataque balanceado de pases cortos de alta efectividad y una buena dosis de Derrick Henry.
Patrick Mahomes tenía otros planes.
Abajo por cuatro puntos y 1:42 por jugar en el segundo cuarto, el joven pasador de los Chiefs hizo lo que hacen todos los grandes jugadores. Tomó el control de la situación y necesitó menos de dos minutos para arrancarle el corazón a los Titans.
La marcha de nueve jugadas y 86 yardas para la anotación al final de la primera mitad habla tan bien de Mahomes como tan mal de la defensiva de Tennessee. Y fue ahí donde la balanza cambió de lado. Fue ahí, también, donde los Chiefs iniciaron su camino a la victoria.
En segunda oportunidad y 10 por avanzar y el reloj agotándose, Mahomes no encontró receptor y comenzó su marcha hacia el lado izquierdo. Una tacleada fallada, después otra. Ok, ok. Ya tiene el primero y diez.
Otra tacleada fallada, y otra. Primero y gol. Otra tacleada fallada. Otra más. Touchdown. Un recorrido de 27 yardas a las diagonales en donde Mahomes lució su mejor imitación de Barry Sanders y los Titans hicieron audición para “Little Giants 2”.
El esfuerzo defensivo de los Titans en la jugada que cambió para siempre la final de la AFC puede calificarse, en el mejor de los casos de mediocre. Al menos tres jugadores tuvieron la oportunidad de dejarle un nada grato recuerdo a Mahomes y nadie hizo mucho por evitar la anotación.
El menos culpable de todo esto es el quarterback de los Chiefs, quien mostró más determinación en un tramo de 27 yardas que 11 defensivos que demostraron que no comparten la misma hambre de triunfo que Mahomes.