Cualquiera que gane el Super Bowl, gana la NFL
Titans ayudó mucho a los Chiefs en la AFC, mientras en la NFC los Niners y su poderosa defensiva parten como “underdogs” en el Super Bowl LIV.
Todo Super Bowl tiene una narrativa. Unas más potentes que otras, por supuesto, pero en los años más recientes esa narrativa estaba desgastándose.
Prácticamente todo se limitaba a darle vueltas al legado de Tom Brady y Bill Belichick, al Patriot Way y a la dinastía más poderosa y longeva que jamás haya visto esta liga.
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“¿Cómo harán los Rams (y aquí coloca el nombre del equipo en cuestión) para derrotar a los Patriots?”, era el lugar común en todos los shows de radio, televisión y en todas las notas que leíste... y en las que no leíste, también.
El dominio de los Patriots fue bueno al principio, pero después alejó a muchos aficionados, casuales y ávidos, de la NFL o del Super Bowl. Porque “ya sé que van a ganar los Patriots, qué flojera”.
El juego del año pasado entre Rams y New England fue visto por 98.2 millones de televidentes en Estados Unidos, según cifras de Nielsen, lo más bajo para un Super Bowl desde 2008 (97.5 millones).
Y entonces vino la campaña del centenario. Y al principio parecía que comeríamos más de lo mismo, pero poco a poco -y por diferentes razones que ya hemos platicado de sobra- los todopoderosos Patriots fueron resquebrajándose hasta romperse por completo al final del calendario y los Playoffs.
Los Titans fueron los grandes protagonistas de esta postemporada y los que más ayudaron a que el Super Bowl LIV sea un manjar que vamos a tener que saborearnos durante dos largas semanas.
Tennessee quitó del camino a Patriots y luego despachó a los Baltimore Ravens, con todo y su Lamar Jackson, ayudándole un montón a los Kansas City Chiefs de Patrick Mahomes, que encontró la capa de Superman y el nivel de MVP que le conocimos en 2018.
Del otro lado, los San Francisco 49ers y su gran defensiva ni se despeinaron en sus dos juegos de Playoff, ante Minnesota y Green Bay.
Los Chiefs tuvieron que esperar 50 años para poder regresar al Super Bowl y los Niners harán su séptima aparición, y ya le buscan espacio en las vitrinas a su sexto Vince Lombardi.
Andy Reid, el coach de los Chiefs, está en su segundo Super Bowl. El primero lo perdió hace 15 años contra (adivina quién) los Patriots. Reid es uno de los mejores entrenadores de la NFL, pero con cuatro derrotas en Juegos de Campeonato, el título de la NFL se le ha negado al bigotón en 21 años como head coach.
Y Mahomes, el chico maravilla de apenas 24 años, debuta en el Super Bowl con ganas de convertirse en el nuevo Brett Favre.
Ni quien dude que tiene todos los argumentos para ser el mejor quarterback de su generación, quizá uno de los mejores de todos los tiempos, y un triunfo en Miami puede comenzar a cimentar ese legado que muchos le auguramos.
Tras la actuación del domingo, Mahomes igualó a Joe Montana (1984) y ahora ellos dos son los únicos jugadores de la historia con al menos 250 yardas aéreas, tres pases de touchdown y 50 yardas terrestres en dos juegos de Playoff.
Mahomes y todo su arsenal enfrentarán a San Francisco, que en la postemporada ha aceptado 30 puntos y que promedia 235.5 yardas terrestres en dos partidos.
Es el duelo (en el papel, claro) más parejo que recuerdo en el Super Bowl desde que los Patriots enfrentaron a Seattle en la edición XLIX, cuando los Seahawks eran favoritos por un punto.
Los Chiefs arrancaron como ligeros favoritos por 1.5 puntos sobre San Francisco, pero el juego es tan atractivo que los apostadores se van a volver locos y es altamente probable que esa línea se mueva de aquí al 2 de febrero.
Ya sea que Mahomes y Reid sean los ganadores o que los Niners hagan soñar a su afición con el renacimiento de la dinastía, en el Super Bowl LIV nadie pierde.
Debe ser un juego muy parejo y emocionante hasta sus últimos instantes.
Digno de los 100 años de la NFL.