Los indignos Dallas Cowboys
La enseñanza más importante que el deporte nos da es aprender a competir. Ser un digno competidor, más allá del triunfo o la derrota, debe ser el primero y más importante objetivo de cualquier equipo o atleta, porque habla de merecer estar ahí.
Eso es justamente lo que no cumplieron los Dallas Cowboys el domingo pasado, al ser derrotados 17-9 por Filadelfia. Su confortable estado de pasividad, nula capacidad de reacción, evasión del compromiso, son entra otras cosas, los argumentos de esta penosa historia que no puede llamarse más que “los más mediocres Dallas Cowboys de la historia”.
Hay mucho que cuestionar a Jason Garrett y las supuestas estrellas de este equipo, pero nadie carga una mayor culpa que el dueño, Jerry Jones. Sembró mediocridad pagando sueldos multimillonarios a un grupo de jugadores sobre valorados, era imposible que cosechara otra cosa.
El domingo, en un partido de vencer o morir rumbo a playoffs, los Cowboys fueron incapaces de anotar un touchdown. En la única y más cercana aproximación, hasta la yarda 21 de Filadelfia, Ezekiel Elliott decidió, por voluntad propia, salirse del campo. En su ausencia el novato Tony Pollard soltó el balón.
No hace falta recordar que a inicio de temporada Elliott se negó ir a los entrenamientos, hasta que la directiva lo convirtiera en el corredor mejor pagado de la liga. Ya lo es. Ante Eagles, con su sueldo de casi 20 millones de dólares anuales, se quedó por séptima vez en el año por debajo de las cien yardas terrestres, corrió 47 en 13 acarreos, haciéndolo detrás de la línea ofensiva mejor pagada de la liga.
Cuando el partido agonizaba, y su temporada también, tuvieron una última aproximación a la yarda 23. Ahí jugaron la cuarta oportunidad y 8 para primero y diez, pero fallaron. Lo increíble de esa jugada es que ni Ezekiel Elliott ni Amari Cooper estuvieron dentro del campo.
Cooper será en marzo próximo “agente libre”. Ha expresado su deseo de ser pagado como el mejor receptor de la liga, distinción que tiene Julio Jones de Atlanta, a razón de 22 millones de dólares anuales.
Ante Eagles, Dak Prescott lanzó 9 pases a Cooper, atrapó 2, para 12 yardas totales. El esquinero que tomó a Cooper casi todo el partido, fue el suplente Rasul Douglas.
De acuerdo al portal estadístco @PFF, Douglas es el corner #71 de la NFL, los quarterbacks le habían lanzado 35 pases, 23 completos, para 383 yardas, 3 touchdowns en contra. Pues el domingo Douglas prácticamente “blanqueó” a quien pretende cobrar 22 millones anuales.
Se puede ganar o perder, eso está claro, pero lo que la vida nos va a juzgar, doblemente a aquellos que cobran altas cifras económicas para dedicarse exclusivamente a la práctica del deporte, es la forma y deseo con el que buscamos la victoria. El confort con el que asumieron su derrota estos Dallas Cowboys, su nula aspiración por hacer algo extra en busca de ganar, los convierte en indignos de portar el legendario casco de la estrella solitaria.
Roger Staubach, Troy Aikman, su inmensa y orgullosa afición, deben estar profundamente avergonzados de la exhibición del domingo.
No es por la derrota, es por la forma en que llegó.