Revisión de interferencias llega demasiado tarde
La campaña 100 de la NFL tendrá una nueva modalidad para referees y head coaches que buscará evitar una catástrofe similar a la que manchó a la liga el año pasado.
Incluso a unos días de celebrar sus primeros 100 años de vida, la NFL sigue siendo una liga reactiva y no proactiva.
Lo vimos hace apenas un par de años, cuando una recepción del tight end de los Steelers Jesse James fue incorrectamente invalidada ante los Patriots y alteró por completo el panorama de playoffs en la Conferencia Americana, lo que provocó que en la temporada baja se alteraran los criterios para definir lo que era un balón atrapado. Un año muy tarde si le preguntan a Pittsburgh y sus aficionados.
En New Orleans ahora entienden a la perfección las frustraciones de Pittsburgh aquel diciembre de 2017. Un catastrófico error arbitral los privó de un viaje al Super Bowl cuando los referees optaron por no cobrar una descarada interferencia de pase de Nickell Robey-Coleman sobre Tommylee Lewis, con 1:49 por jugar en la final de la NFC ante los Rams.
Así que los protagonistas de la temporada 100 no serán Bears y Packers, quienes abren el calendario con la rivalidad más añeja que presume la liga, tampoco los campeones defensores Patriots o la amplia constelación de estrellas. Serán los árbitros, el vicepresidente de oficiales Al Riveron, los entrenadores y un libro de reglas que estrena ─demasiado tarde para consuelo de los Saints─ la modalidad de desafiar interferencias de pase: ofensivas, defensivas o no cobradas en el campo.
Se supone que debían ser momentos festivos para el comisionado Roger Goodell y la liga. En su lugar, la NFL llega a su primer siglo sumida en una nueva controversia y plagada de confusión.
El cambio de reglas parece bien intencionado, pero la realidad es que nunca será justo. La razón es muy simple, la interferencia de pase ─a diferencia de la recepción─ es criterio puro. Criterio del mismo árbitro que estará encargado de revisar la repetición instantánea cada vez que se desafíen este tipo de cobros. Un cambio en la decisión requeriría una interferencia flagrante, como la de Robey-Coleman, pero los otros contactos quedarán como siempre a interpretación de las cebras.
Es por eso mismo que durante la pretemporada muchos de los coaches han optado por ahorrarse el problema y mantener el pañuelo rojo donde sea que lo guarden cuando se presentan este tipo de situaciones. Si la pretemporada 2019 ha servido de algo, ha sido para brindar una pequeña muestra de este experimento.
De acuerdo con ProFootballTalk, en los primeros 49 juegos de pretemporada se registraron 48 desafíos de interferencia de pase: 36 defensivas y 12 ofensivas. De ellos, 46 fueron desafiados por los coaches y dos más por la cabina de oficiales, es decir dentro de los últimos dos minutos de cada mitad. Del total de 48 retos, solo seis resultaron en un cambio en la decisión inicial y solo uno para decretar una interferencia ofensiva que no se había cobrado inicialmente.
En otras palabras, apenas el 12% de los desafíos terminaron en un cambio de decisión. Un margen lo suficientemente bajo que justifica el hecho de apenas un reto por partido en promedio. Claro que la muestra actual es en juegos de pretemporada donde lo último que importa es el marcador final. Así como los novatos intentan adaptarse a la velocidad de la NFL, los coaches también utilizaron la pretemporada para tener un mejor entendimiento de la regla.
La situación podría cambiar drásticamente una vez que el resultado cobre importancia.
Debido a la naturaleza de la interferencia defensiva de pase, que puede otorgar enormes ganancias, los coaches podrían verse más inclinados a desafiar decisiones arbitrales, polémicas o no, cuando sea momento de intentar remontar un marcador adverso o ponerle seguro a un juego. La cifra de retos podría aumentar una vez que los coaches identifiquen los criterios que se utilicen para cambiar los cobros.
En tanto, entrenadores y árbitros llegan a ciegas. No la manera ideal de iniciar los festejos de los primeros 100 años de vida.