El Fracaso de 140 Millones de Dólares
El retiro de Andrew Luck, después de siete temporadas, significará una gran pérdida para la escuadra de los Indianapolis Colts.
No hay nada más falso en el deporte profesional que aquello de, “sólo es un juego”. Por el contrario, en el deporte profesional nada es un juego.
Los aficionados al deporte, como usted y como yo, en los acalorados debates por nuestros equipos, los triunfos, las derrotas, las estrategias, los árbitros, olvidamos el punto central del deporte: es un negocio.
Si le digo que es un negocio en realidad quiero decir, un gran negocio. Los equipos buscan ganar, desesperadamente, porque ahí están las utilidades que exige el dueño. Cada inversión se realiza en paralelo a una proyección de ventas, en especial la inversión de los jugadores en posición clave.
Un día, alguien en los Indianápolis @Colts dijo que el quarterback Andrew Luck valía 140 millones de dólares, y lo firmaron por cinco años. No tenga usted duda que a esa negociación continuó una proyección de triunfos, ligada a una proyección de ventas, justificando así la enorme inversión.
Así se maneja el dinero de las grandes compañías. Imposible que salga de la cuenta de cheques una gran inversión sin su respectivo retorno.
Lo anterior quiere decir que la inversión de 140 millones de dólares en Andrew Luck fue un rotundo fracaso. Un fracaso de 140 millones de dólares no es poca cosa.
¿En dónde estuvo el error?
Para mí el error estuvo en la ejecución. Cuando se realizó la firma los Colts tenían la peor línea ofensiva de la NFL. Las 52 capturas y un estimado de 156 golpes sobre Luck, tan solo en la temporada 2016, lo confirman. Con ese inmisericorde castigo las lesiones son una consecuencia lógica.
En los tres años posteriores al contrato, Andrew Luck sufrió:
· Desgarre de cartílago de dos costillas
· Abdomen parcialmente desgarrado
· Riñón lacerado y sangrado al orinar
· Al menos 1 conmoción
· Desgarre de ligamento en el hombro de lanzar
· Este año una misteriosa lesión de tobillo y pantorrilla
Exculpemos hoy y para siempre al jugador, quien valiente aceptó el castigo e intentó, hasta el último momento, salir adelante. Al Gerente General que planeó este proyecto, estoy seguro, le habrán preguntado ya cientos de veces, “cómo se te ocurre firmar por 140 millones de dólares al quarterback, y no planeas una línea que lo proteja”.
Finalmente, Andrew Luck no se retiró. Ningún atleta, en su sano juicio, se retira del deporte que le da de comer, con el que ha soñado, mucho menos cuando tiene un rol protagónico y un contrato multimillonario. Los atletas se van porque ya no tienen el nivel para competir, se van porque ya no tienen la fuerza y velocidad de antes, o se van derrotados por las lesiones, como Andrew Luck.