Mike Tomlin, Roethlisberger, una máquina de rayos X y una crisis
La segunda mitad del juego del domingo en Oakland define a la perfección el caos de Pittsburgh durante su racha de tres derrotas.
Pocos equipos han tenido un camino más sinuoso hacia la postemporada que los Pittsburgh Steelers. El trayecto ha tenido tantas curvas, salidas y obstáculos, que el equipo posiblemente no llegue a completarlo.
Cuando no fue la disputa contractual y la espera en vano por Le’Veon Bell, fue un supuesto conflicto entre Ben Roethlisberger y Antonio Brown. O la inoperante defensiva. O las pérdidas de balón. O las lesiones. O una obsoleta máquina de rayos X y un coach que se perdió en el cuarto periodo el domingo.
Pittsburgh ha visto de todo y ha salido bien librado de muy poco. Como resultado, una racha de tres derrotas que lo tiene aferrándose con las uñas a la cima del Norte de la AFC y con un calendario brutal en la recta final que bien podría mandarlo a buscar un boleto a playoffs entre la muchedumbre de equipos que, a la fecha, siguen en la disputa en la Conferencia Americana.
De todas las situaciones por las que han atravesado los Steelers en la temporada, la del domingo es la más inverosímil.
Roethlisberger con un golpe en las costillas, sale tarde al tercer cuarto y acusa a la obsoleta máquina de rayos x en el obsoleto Coliseo de los obsoletos Raiders. Algo enteramente posible.
En tanto, Mike Tomlin manda al inexperto Josh Dobbs a mantener de pie el fuerte y defender una ventaja de 14-10. Hasta ahí, vamos bien. Incluso cuando Roethlisberger vuelve para las últimas dos series, una para empatar el juego y otra para poner de manera milagrosa al equipo en posición de enviar el juego a tiempo extra, también se iba bien.
Los problemas vinieron cuando Tomlin tuvo que abrir la boca. El coach admite que su capitán ofensivo podría haber reingresado al partido mucho antes, pero el equipo estaba “en el flujo y el ritmo del partido”.
No Tomlin, dos despejes, una intercepción y una pérdida de downs no son “flujo y ritmo”. No coach, 18 jugadas para 64 yardas a lo largo de cuatro series de un juego a todas luces ganable no son “flujo y ritmo”. Tomlin se perdió en la inercia del juego, que Chris Boswell se haya resbalado en el intento de gol de campo que hubiera empatado el juego fue solo la cereza en el pastel.
Posiblemente Roethlisberger no estaba completamente saludable para iniciar la segunda mitad. Posiblemente la máquina de rayos X no arrojó resultados concluyentes y Pittsburgh tenía que cuidar a su principal activo, su pateador. Con toda certeza, la inyección para aliviar el dolor en las costillas, tardó en hacer efecto.
Tal vez Pittsburgh no pudo aprovechar una semana en la que Patriots, Texans y Ravens perdieron para reposicionarse entre la élite de la AFC. Tal vez a los Steelers les faltó sentido de urgencia. Tal vez la racha perdedora se extienda a cuatro derrotas el domingo en casa ante los Patriots, o a cinco con la visita en dos semanas a New Orleans.
Tal vez no haya enero en la ciudad del acero. Tal vez es momento de apretar el botón del pánico.