El legendario escolta de los Lakers, fanático de Michael Jordan, marcó una época en Staples Center y en la liga. A dos años de su retiro, recordamos sus marcas.
El 13 de abril de 2016, Kobe Bryant disputó el último partido de su carrera. El escenario no podía ser otro: el Staples Center de Los Ángeles. El rival: el Utah Jazz. Y la despedida, memorable. Anotó 60 puntos, la segunda máxima marca de su carrera, la mejor de cualquier jugador en la temporada 2015-2016 y 23 solamente en el último cuarto. Su triunfal trayectoria terminó como fue su costumbre: con el público rendido, con récords a mansalva y con el puño victorioso.
Aunado a sus cinco anillos (2000, 2001, 2002, 2009, 2010), también ganó dos veces el MVP de las finales en sus últimas dos conquistas; en el triplete inicial el reconocimiento cayó en Shaq, con quien entabló una relación entrañable en lo deportivo pero turbulenta en lo personal, una lucha de egos que ni la filosofía zen de Phil Jackson pudo tranquilizar. No obstante lo impresionante de su juego, solo recibió en una ocasión el MVP de 2008, mismo que le supo a muy poco, ya que los Lakers cayeron en una mítica final de seis partidos ante los Celtics. El departamento en el que sí superó a Jordan fue en la cantidad de puntos conseguida, al terminar con 33,634 y ubicarse en la tercera posición histórica, detrás de Kareem Abdul-Jabbar y Karl Malone, 1,351 unidades más que MJ. Eso sí, en cuanto su carrera maduró, cayó en cuenta de que la sombra de Jordan ya no lo atormentaba: "No quiero ser el nuevo Jordan, quiero ser el único Kobe Bryant".