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NFL PLAYOFFS

Lo bueno, lo malo y lo feo de la ronda de comodines de la NFL

Los Browns ganan un juego de playoffs por primera vez desde 1994 y, en total, cuatro de seis visitantes se mantienen con vida.

Estados Unidos
Los Browns ganan un juego de playoffs por primera vez desde 1994 y, en total, cuatro de seis visitantes se mantienen con vida.
Justin K. AllerAFP

Seis equipos llegaron al súper fin de semana de comodines. Solo tres quedan con vida para pelear un día más. Los equipos visitantes pusieron el factor wild en el Wild Card Weekend con cuatro victorias, incluyendo Rams y Browns quienes se impusieron a pesar de estar abajo en las apuestas.

Fue un fin de semana memorable sin duda alguna. En Washington, Taylor Heineke otorgó una gallarda actuación en su primera acción en la NFL en dos años y, a pesar de la derrota, parece haber hecho lo suficiente para firmar un nuevo contrato de NFL. Ben Roethlisberger se vio como un quarterback de 39 años y Mitch Trubisky, bueno, se vio como Mitch Trubisky. Aunque tal vez por última vez con el uniforme de los Bears.

Drew Brees y Tom Brady agendaron una tercera cita entre ambos esta temporada y el ganador de seis Super Bowls espera que el tiempo le haya traído las respuestas para descifrar a unos Saints que han sido un material de sus pesadillas. Los Browns ganaron su primer juego de playoffs desde 1994 cortesía de unos Steelers plagados de errores y los Seahawks cayeron en postemporada como locales por primera vez en 11 partidos.

No, no fue un fin de semana cualquiera. Nunca lo es cuando se trata de ganar o morir.

Lo bueno

Al buscar la palabra adaptabilidad en el diccionario, debería aparecer la fotografía de los Rams. Pocos equipos mostraron tal capacidad en la NFL, ninguno más que ellos este fin de semana. Jared Goff, apenas 15 días después de salir del quirófano por una fractura en el pulgar derecho, ingresó en el primer cuarto después de que el titular designado para el juego del sábado John Wolford saliera lesionado del cuello. Goff hizo justo lo que se le pidió. No perder el juego.

Fue responsabilidad de la feroz defensiva de Los Ángeles ganar el partido y así lo hicieron. La exhibición defensiva de Aaron Donald, Jalen Ramsey y compañía debería utilizarse en todos los niveles educativos para explicar lo que es el dominio.

Russell Wilson, sí el mismo Russell Wilson de las 4,212 yardas y 40 pases de touchdown en la temporada, fue limitado a miserables 174 al completar apenas 11 de 27 pases para dos touchdowns y una intercepción, que fue devuelta a las diagonales. Fue capturado en cinco ocasiones, fue derribado 10 veces y lució como un venado en medio de la carretera durante 60 minutos.

Los Seahawks, que acabaron la temporada como la quinta ofensiva más productiva de la NFL, acumularon apenas 278 yardas, la gran mayoría de ellas con el encuentro decidido, convirtieron apenas 2 de 14 terceras oportunidades y tuvieron dos entregas de balón. La defensiva de los Rams fue tan dominante que las únicas dos anotaciones en su contra vinieron en una conexión entre Wilson y DK Metcalf en una jugada rota de 51 yardas en el segundo cuarto y un pase de touchdown en tiempo basura cuando el marcador estaba 30-13 en favor de Los Ángeles.

Tal vez lo más destacado de la labor defensiva de los Rams es el hecho de que mantuvieron la intensidad a pesar de jugar buena parte de la segunda mitad sin Donald. Ahora, Sean McVay necesitará de un esfuerzo igualmente titánico cuando visiten el sábado a Aaron Rodgers en Lambeau Field.

Lo malo

Frank Reich hizo todo lo posible por ganar la designación con tres decisiones sumamente cuestionables que le impidieron dar una de las mayores sorpresas de la temporada el sábado en Buffalo. Lo de Pittsburgh el domingo va en otra categoría. Pero siempre se puede confiar en la ineptitud ofensiva de Mitch Trubisky y los Bears.

En su último juego antes de ingresar a la agencia libre y —posiblemente— convertirse en problema de otro equipo, Trubisky completó apenas 19 de 29 pases para 199 yardas, fue derribado en una sola ocasión y no generó absolutamente ninguna sensación de peligro para unos Saints acostumbrados a que la Ley de Murphy les muerda el trasero en playoffs.

Con los inertes Bears enfrente, los Saints simplemente no tuvieron de qué preocuparse. Chicago convirtió apenas una de 10 oportunidades en tercer down, en el último cuarto, generó 239 yardas totales y 48 por tierra y cinco de sus 10 series ofensivas del encuentro terminaron luego de apenas tres jugadas.

La mala noticia para Chicago es que los problemas no se le pueden atribuir exclusivamente a Trubisky, como quedó de manifiesto en el primer cuarto cuando Javon Wims se las ingenió para desperdiciar el mejor pase en la carrera de Mitch con los Bears y la mejor jugada ofensiva de Matt Nagy como entrenador al permitir que el balón se le escurriera entre las manos para un touchdown seguro en una jugada de engaño.

La buena noticia para Chicago es que ya no tienen que lidiar con Trubisky si es que así lo desean, permitiéndole irse en la agencia libre. Ahora que si lo renuevan es porque son el buey que lame la yunta.

Lo feo

No hay otra palabra para describir una actuación de cinco intercambios de balón, cuatro de ellos en la primera mitad, uno de ellos en la primera jugada del partido y que se convierte en siete puntos automáticos, que feo. Bueno, si hay otras palabras, pero esas ya están censuradas por la Liga de la Decencia.

Los Steelers dieron una exhibición digna para exposición permanente del Museo del Horror para irse a las primeras de cambio en postemporada por quinta ocasión en 11 viajes a playoffs durante la era de Mike Tomlin. Y cuando digo los Steelers no solo me refiero a la Ben Roethlisberger y a la ofensiva.

Por supuesto que buena parte de la eliminación de Pittsburgh es auto infligida. Un mal centro en la primera jugada del partido, un mal pase de Roethlisberger para intercepción, un balón que golpea las manos de Diontae Johnson para otra intercepción. Y así, de un plumazo, el marcador está 28-0 y no ha transcurrido un cuarto.

Sí, la defensiva de Pittsburgh fue puesta en predicamento desde el principio. Pero se suponía que hablábamos de una unidad élite y no, tampoco respondió. Fue arrastrada a placer con terrenos cortos o largos por defender. Incluso cuando el ataque de Pittsburgh despertó de su letargo, la defensiva no lo hizo. No al nivel que se esperaría de una unidad que se calificó entre las cinco mejores en todos los departamentos importantes.

Y Mike Tomlin le quitó, sin ayuda de nadie, el poco ímpetu que habían generado con una decisión conservadora de despejar en cuarta y uno por avanzar en medio campo cuando el margen se había reducido a 35-23 con todo un cuarto por jugar. Sobra decir que Cleveland respondió con una marcha de 80 yardas y touchdown en apenas seis jugadas.