Tony Dungy: Donde se unen la fe y la fuerza
Tony Dungy rompió los paradigmas, no solo raciales, de lo que debe ser un coach en la NFL, alcanzando los niveles más altos del deporte en el proceso.
Aprender de Chuck Noll, Bill Walsh y Marty Schottenheimer le enseñó a Tony Dungy todo lo que necesitaba saber sobre el mundo de la NFL. Estudiar y predicar su fe evangélica le enseñó a ganar.
Distinguir cuál de los dos aspectos fue más importante en la carrera de Dungy es prácticamente imposible. Tanto que, la única certeza es que las huellas que dejó en la liga serán muy difíciles de borrar.
Deportivamente, ayudó a crear la defensiva Tampa 2 que revolucionó a la NFL y cuyas variantes siguen gozando de éxito en la actualidad, la base para transformar en protagonista a una organización perenemente hundida en el fracaso como la de los Tampa Bay Buccaneeers. Pero eso, por sí solo, no lo convierte en un gran coach, mucho menos en uno digno del Salón de la Fama.
Y Tony Dungy fue un gran coach. Nada lo refleja mejor que su promedio de más de 10 triunfos en cada una de sus 13 temporadas. Aunque solo tiene un anillo de Super Bowl, Dungy también recibió buena parte del crédito en el título de los Bucs en 2002.
Números impresionantes, sin duda. Pero lejos de ser únicos. Lo que realmente distingue a Dungy del resto de la manada es la manera en que lo hizo, con apego a sus valores y creencias rara vez vistas en este deporte.
Dungy, además de ser uno de seis jugadores en ganar un Super Bowl como jugador (Steelers en 1978) y entrenador, también fue activista, alumno y tutor. Pero sobre todas las cosas, fue, es y será una gran persona.
“Necesito tratar a todos de manera justa, pero justo no significa que sea igual”, dijo alguna vez, revelando el ingrediente secreto en su receta al éxito.
Al convertirse en el primer entrenador de raza negra en ganar el Super Bowl, Dungy no solo hizo historia, sino que abrió las puertas para que otros siguieran reescribiéndola. Buena parte de los coaches negros que ha habido desde que Dungy asumió el mando de los Bucs en 1996, estuvieron bajo su tutela en algún momento. Tal es el caso de Lovie Smith, Mike Tomlin, Jim Caldwell y Leslie Frazier, dos de los cuales también presumen sus propios anillos de campeonato.
Los diamantes de una sortija deslumbran, la chaqueta dorada de Salón de la Fama impresiona. Pero no hacen mejor a nadie. Y Tony Dungy llegó al mundo, y a la NFL, para hacer mejores a los que lo rodeaban.
“Se te acercaba como un hombre, te trataba como un hombre y esperaba que hicieras tu trabajo como hombre”, dijo en su momento el linebacker de los Colts, Robert Mathis. “Si no lo haces, te dirá con voz monótona que está decepcionado, y creo que eso te duele más que un coach que te grite a todo pulmón.
Y cuando a un jugador de 1.88 metros y 111 kilos, como lo fue Mathis, le preocupa herir tus sentimientos, sabes que eres especial.
Y Tony Dungy fue especial.