Los Sixers se aferran a la vida; McConnell y Saric, figuras
Volvió Ben Simmons a las buenas sensaciones, pero fueron el debutante como titular en playoffs y el croata quienes mantuvieron a raya a los Celtics.
Los Sixers se rehúsan a morir. Las uñas desgarran la tierra, los dedos contraídos se aferran a tierra firme mientras las piernas vuelan al vacío. Necesitaron de Ben Simmons pero aparecieron Dario Saric y TJ McConnell, personajes secundarios del Proceso, con roles tan enaltecedores y definitorios como el de Al Pacino en El Padrino. Fríos, gélidos, les corre la sangre cuando la muerte merodea, sin piedad cuando galan del gatillo. El Proceso se debía una sonrisa, no una debacle. Un final más digno. Y lo tendrá, porque peleará. Y seguirá renuente a morir.
Intercambio de ventajas en el primer cuarto, hasta que el triple de Redick, con asistencia de Embiid, cambió el signo del partido. Entre tanto, comenzó la revolución de McConnell comenzó a dar sus primeros signos vitales. Siempre escurrido entre los laterales, como un alero de antaño, hizo sufrir a Tatum, Horford, Brown, y cualquier 'celtic' que se pusiera frente a él. Ocho puntos reunió durante el segundo cuarto mientras Embiid y Rozier se citaban a duelo por la descortesía del primero para cederle el balón al otro tras el cobro de una falta. El parqué ardió más en los puños que en las redes. 43-47 finalizó la primera mitad después de sendos triples de ambos vengadores, cuya trama se trasladaría a los vestidores y los micrófonos tras el encuentro.
Con 9 puntos entró Saric al tercer cuarto y entró en 'beast mode', tras activar todos sus artilugios. Tiros desde el codo, de 'jumper', penetraciones. Y Ben Simmons encontró, por fin, la piedra filosofal. Extravío la varita, eso sí, pero al menos ya está conciente de su ser y su existencia. Trazó, atacó la pintura y alcanzó un doble-doble, eclipsado por el recital McConnell, un sexto hombre en plenitud (75% de campo), el partido de su vida (primera alineación titular en playoffs), inspiración inherente. Los Celtics se mantuvieron aferrados con una cuerda al carruaje, aunque arrastrados por el fango. Morris (tres triples de seis intentos) fue el francotirador predilecto de Stevens, quien sufrió la furia de los jueces y la propia con una falta táctica irrisoria. Y Tatum, el artista. Sino, pregunten a Simmons, que quedó petrificado ante un movimiento mágico que supuso esperanza para los Celtics (54-62). Pero en la carrera llegaron más enteros los Sixers a la recta final, que aprovecharon el tercer parcial de 22-27 para sobrellevar.
Embiid (15+13) y Simmons cedieron el protagonismo a McConnell y Saric, que siguieron en estado de gracia. Saric dejó dos 'jumper' de autor y McConnelll limpió la pintura con las vestiduras de Rozier y Brown. Y una bellísima asistencia, con 'up and under' en pleno vuelo, probó las aptitudes de pívot de Simmons: otra jugada de la noche. Al último minuto, Stevens envío a su primera unidad al banquillo. Señal inequívoca de pañuelo blanco. Los Celtics no barrerán y los Sixers quizá fenezcan en el siguiente partido pero, por ahora, mantuvieron con vida la esencia del Proceso. Y su certidumbre: hay vida más allá de Simmons y Embiid.