Los Celtics remontan 22 puntos con épica y puntería
Partidazo en el TD Garden. JJ Reddick regó pólvora en el primer cuarto y los Sixers sacaron una ventaja que se les esfumó de la manos.
'El Proceso' fenece. Y no por falta de baloncesto o de aptitudes, sino por mera ley de gravedad. El poderío ofensivo de los Celtics primó y gobernó en un partido caótico y hermoso en el TD Garden. Mil historias de por medio, de las que construyen los mitos de playoffs: remontada de 22 puntos, dos equipos por encima del 40% de triples, un punto de Ben Simmons y reedición del 11 de enero: 22 puntos por arriba, que desvanecieron en una bocanada. Y la serie que se pone cuesta arriba las esperanzas del 'Proceso'; la Cenicienta herida. Y también Simmons, cuyo partido fue carne de cañón para sus críticos y no una puesta muy halagueña para sus sicofantes.
Así narramos en directo la victoria de los Celtics
JJ Redick poseyó el guante de Thanos en los primeros minutos del encuentro. Uno. Dos. Tres. Los triples llovieron como meteoritos sobre el parqué del TD Garden; explotaban suavamente en las redes con un seco 'chaz'. Triples estéticos, de trayectoria pulcra, diáfana, tan bellos desde su nacer hasta su reposar en la red. Un clinic de disparo a distancia y construcción táctica: siempre se ubicó sobre las esquinas después de salir de la marcación de zona en transición. Stevens tardó 15 minutos en detectarlo. Cuando lo hizo, el partido estaba 31-22. En tanto, Brown se regodeó con el aro y limpió el óxido de sus piernas. Espectáculo circense para acallar las sospechas: sano de envidia. Siguieron Saric y Covington percutiendo desde 'tierra de nadie' mientras el marcador abría una brecha pasmosa. 48-26 con seis minutos por jugar en el segundo cuarto. Era invierno en el Garden.
En tanto, Horford entró en combustión (13 puntos, 12 rebotes, 5 asistencias), y Smart y Rozier afinaron la puntería y vacunaron a Philadelphia con su mismo brote. Entre la tormenta de triples (cuatro en dos minutos), Embiid desquitó la furia con el aro y Convington y Brown se citaban a duelo tras un golpetazo en el rostro del 'Celtic'. Pasó la ráfaga y el partido estaba 56-50. Firmó al cifra un triple de Rozier, inspirado en los Reddick, parábola bellísima y explosión suave en las redes acompañada de un estruendo en las gradas. Estética. Entonces, Morris trazó un alley-oop que Brown remató para delirio de Massachussetts y confinidades. El momentum. Entonces, a pesar de caer por cuatro puntos, sabíamos ya que los Celtics remontarían tarde que temprano.
Lo que no intuímos sería el intercambio de golpes que conllevaría la segunda mitad. Rozier empató vía libre, Redick hizo 'reboot' a tiempo para devolver la ventaja a Philadelphia y Baynes llevó a los Celtics a la orilla. ¿Cómo? Con un triple, qué preguntas (33 entre ambos). Hasta entonces, los de Boston endosaron un parcial de 50-20 desde mediado el segundo cuarto. Respuesta de trivia, de pasmo. Bienvenidos los playoffs de la NBA. Entonces, Brown, ya muy turbado por la depresión de Ben Simmons (0% de campo, un punto, el peor partido de su carrera, por lejos) dio por perdida la causa del australiano, un genio en horas de confusión, como Mozart después de una farra en la genial 'Amadeus', y apeló a Belinelli y McConnell. El italiano poseyó la pintura y dejó sembrados a Tatum y Morris tantas veces quiso. Y McConnell, hasta con dejación, depositó todo lo que cayó en sus manos. Todo (100% de campo, ocho puntos). Microondas McConnell, pero el partido no hirvió. Las transiciones Rozier-Tatum apagaron el fuego y fueron dardos tranquilizantes que detuvieron al vigoroso Embiid (20+14+5). Más circo y más épica. Tatum sentenció desde el paredón y el TD Garden respiró entre el alivio y la extasío.
Los Celtics jamás perdieron en playoffs con 2-0 a su favor (31-0). Y los Sixers (0-11) jamás remontaron. 'El Proceso' está herido.