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Trump vs. la NFL: guerra entre nacionalismo y libertad

La temporada de la NFL, en fase terminal, estuvo marcada por el conflicto entre el presidente de Estados Unidos y algunos jugadores con el racismo como telón de fondo.

Estados Unidos
Trump vs. la NFL: guerra entre nacionalismo y libertad
AFP

La era de Donald Trump en el escritorio del Despacho Oval ha politizado cada aspecto del american way of life. Su retórica, sus métodos, sus formas encuentran apoyo y resistencia, en grados similares, a lo largo de la Unión Americana. Una figura divisora por excelencia. El deporte, siempre susceptible a caer en los tentáculos politizadores, sucumbió ante el tsunami Trump: olas de nacionalismo y demagogia por doquier. La riada colisionó de frente con la libertad y el texto de la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Una guerra en tuits y micrófonos estalló. La fuerza imparable contra el objeto inamovible. 

La tensión entre Trump y la élite deportiva estadounidense data desde la entrada en vigor de la actual administración. Loul Deng y LeBron James criticaron la primera orden presidencial de vetar el ingreso al país de refugiados provenientes de siete naciones musulmanas. Steve Kerr y Gregg Popovich, coaches de los Golden State Warriors y los San Antonio Spurs, respectivamente, también despotricaron contra el mandatario: "engreído" y "vergonzoso" fueron algunos de los adjetivos utilizados. En marzo de 2016, Trump por primera vez se refirió a la postura del exmariscal de campo de los San Francisco 49ers Colin Kaepernick, desempleado desde que optó por hincarse durante la interpretación del himno estadounidense, en protesta por el abuso policial contra los ciudadanos afroamericanos. "A la gente le gusta cuando se respeta la bandera", reclamó. Los vientos soplaban.

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El 24 de septiembre, los brazos del huracán tocaron tierra. Durante un rally en Alabama, Trump descargó artillería verbal contra los jugadores y los dueños de la liga por "tolerar" las "faltas de respeto" a los símbolos patrios y a la milicia: "¿No les gustaría ver a los dueños de la NFL decir 'saquen a ese hijo de perra de la cancha'?". Sí, "hijos de perra" fue el vocabulario empleado por el presidente de los Estados Unidos. El exabrupto abrió una ventolera de tuits (13 en una semana) en la que Trump llamaba al pueblo americano a boicotear a la NFL. Además, exhortó a los dueños a despedir, o en su defecto, a suspender a los activos rebeldes. En carrera, aprovechó para menospreciar a la liga íntegramente: sus ratings, su fallida compra de los Buffalo Bills, el 'paupérrimo' liderazgo de Goodell, y hasta el exceso de castigos y pañuelos amarillos durante los partidos. Todo era un blanco para Trump. El arma seguía humeante, y aún le quedaban municiones. 

La respuesta de la liga fue dubitativa. No existió un consenso, sino voces variopintas amparadas en la libertad de expresión. El comisionado de la NFL, Roger Goodell, desestimó el órdago Trump: "La NFL y nuestros jugadores crean un sentido de unidad en nuestro país y nuestra cultura. No hay mejor ejemplo que la gran respuesta de nuestros clubes y jugadores ante los desastres naturales que experimentamos el mes pasado (los Huracanes Harvey e Irma)", sentenció. El centro de atención fue el Ravers-Jaguars de la semana 3, disputado en Londres, en el mítico Wembley. Jugadores de ambos equipos desafiaron al presidente y pusieron rodilla en suelo mientras se escuchaban los acordes de 'The Star-Spangled Banner'. Una revolución en pleno. Los Pittsburgh Steelers, excepto el tackle ofensivo Alejandro Villanueva, optaron por quedarse en los vestidores durante la ceremonia previa a su encuentro contra los Bears. Después, el español se disculpó por haber roto la disciplina de Mike Tomlin. Finalmente, los Dallas Cowboys, con los brazos entrelazados en una icónica postal a la que se unió su dueño, Jerry Jones, también se hincaron, pero se pusieron de pie en cuanto empezó la reproducción de la marcha. Trump alabó y atizó a los texanos en un mismo tuit. La tormenta. 

Después, los vientos huracanados amainaron. Trump loó a la NHL y a la NASCAR por sí 'respetar' los símbolos nacionales. El 8 de octubre, Mike Pence, presente durante el Colts-49ers para rendir homenaje a Peyton Manning, abandonó el Lucas Oil Stadium cuando doce jugadores se arrodillaron durante 'The Star...'. "No dignificaré un evento que no respete a nuestros soldados, nuestra bandera y nuestro himno" , tuiteó. Desde entonces, las protestasse volvieron marginales y Trump dedicó sus diatribas tuiteras a Corea del Norte, Rusia y cómo su gestión ha potenciado los récords numéricos en Wall Street. Pero, en esencia, nada ha cambiado sustancialmente. La NFL no ha encontrado homogeneidad, sus ratings no detienen su declive, el abuso policial permanece latente y Colin Kaepernick sigue desempleado.