Crisis en el Barcelona: Iniesta duda, Messi no sonríe, la junta tiembla y el socio teme
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Andrés Iniesta duda, Messi frunce el ceño y espera socios al tiempo que retrasa el acto de su firma en el contrato de renovación, la directiva da bandazos y el socio barcelonista se mueve en un abanico de sensaciones que van de la estupefacción a la indignación siempre acompañadas de un buen chorrito de incertidumbre.
En una plantilla que cuenta con once centrocampistas y que anda a la caza de otro, Seri, para completar la docena, a Andrés Iniesta, faro del Barcelona y de la selección en los últimos años se le empiezan a plantear serias dudas sobre su continuidad. No de manera inminente, a día de hoy por lo menos, pero sí que a sus 33 años y con un contrato que expira el próximo 30 de junio, el capitán del Barcelona se replantea el futuro de una manera como no había hecho hasta ahora.
Habló claro Iniesta en una entrevista concedida a El País el pasado domingo en la que reconocía abiertamente que estaba replanteándose el futuro: “De hecho no he renovado todavía… He experimentado muchas sensaciones que desconocía, pero creo que son normales. Es un escenario que hace tres años seguramente nunca me podría haber imaginado…Digamos que me planteo el futuro cuando antes no lo hacía”, explicaba.
Quien no ha hablado de momento es Messi y ese también es el problema. Bartomeu ha dicho ya dos veces en público (en Catalunya Ràdio el 7 de julio y en ESPN el 29 del mismo mes) que Messi había firmado su renovación y que el club sólo estaba a la espera de un acto de escenificación a la altura de la circunstancia. No obstante, posteriormente, tanto Jordi Mestre, vicepresidente deportivo, como el manager deportivo Pep Segura, como Robert Fernández, secretario técnico, reconocieron que no existía tal firma, pero que“estaba bien encaminada”.
Messi ha dado su palabra al club y es casi imposible que la rompa, pero Leo quiere ver como a su alrededor se reconstruye un equipo ganador y se le fichan socios que le permitan jugar sonriendo, aplicando la receta que expresó Guardiola según la cual, “para que el Barça funcione, hay que tratar que Messi sea feliz”. Y no parece que el argentino ahora sea unas castañuelas. Como culé que es, está tan preocupado como el resto de socios que asisten atónitos a los acontecimientos de las últimas semanas estupefactos ante la falta de dominio del relato de una junta que da la sensación de ir perdida mientras sus estrellas se empiezan a plantear cosas que, como dice Iniesta, “jamás hubiera pensado plantearme”.