El corazón más grande de Queens
Curtis Granderson destaca tanto por su generosa actividad dentro y fuera del diamante, que ha sido reconocido con el premio Roberto Clemente.
En el año 2004, tras un buen año en la doble A, un joven llamado Curtis Granderson terminaba la temporada realizando su pequeño ritual, tirar a la basura los guantes de bateo, las zapatillas y el guante de receptor. Al fin y al cabo, no albergaba muchas esperanzas de tener una carrera deportiva profesional y su intención era, tras un par de años en las Ligas Menores, volver a la universidad a terminar sus estudios. Mientras estaba abstraído en sus pensamientos, observó al gerente del equipo que le avisaba haciéndole señas. Curtis se acercó y recibió una noticia que le dejó sin habla: “Te han llamado de las Majors”. Cuando lo asimiló, Granderson corrió al cubo de la basura a recoger sus bártulos y condujo hasta Detroit.
Así empezó una carrera que dura once años y que ha transcurrido entre los Tigers, los Yankees y los Mets. Curiosamente, su primer hit fue contra un equipo de su ciudad, los White Sox. Entre otros logros, ha sido cuatro veces seleccionado para el partido de las estrellas y es uno de los cuatro jugadores de la historia que ha sido capaz de firmar 20 dobles, 20 triples, 20 home runs y 20 bases robadas en una temporada.
Otra seña de identidad son sus calcetines hasta la altura de las rodillas, en homenaje a Jackie Robinson. Además de un gran profesional y un compañero muy querido en todos los equipos en los que ha militado, Granderson, hijo de docentes, siempre ha sido un gran estudiante y completó sus estudios, como pensaba hacer cuando jugaba en las Ligas Menores y así lo acreditan sus graduados en marketing y administración de empresas.
El outfielder de los New York Mets ha recibido esta temporada el premio “Roberto Clemente”, galardón que reconoce las aportaciones realizadas a la comunidad. Granderson, además de donar 5 millones a su alma mater, la Universidad de Illinois, destinados a la construcción de campos de béisbol, recaudó más de un millón de dólares, con la colaboración de los Metropolitanos, para potenciar la formación de los jóvenes.
Granderson es originario del sur de Chicago, zona de White Sox y de jóvenes cuya vida está gobernada por el caos, chicos que pasan los días de verano jugando al béisbol, en los campos que Granderson ayudó a construir, desde el alba hasta el anochecer. Una tarde de verano, el jugador de los Mets estuvo charlando con dos niños de 8 y 9 años, que le dijeron que nunca habían visto el lago Michigan, algo que le convenció para intentar lograr que los pequeños tengan una vida más amplia.
El premio Roberto Clemente ha recaído en un hombre que, además de dirigir su propia academia, fundó la ‘Grand Kids Foundation’, que no tiene empleados y en la que cada dólar se destina a los programas para los más necesitados y es portavoz, bajo los auspicios de Michelle Obama, de una iniciativa de la Casa Blanca para que los niños beban más agua y así no pierdan peso. Sus servicios a la comunidad no terminan con la temporada, ya que se pasó el día de Acción de Gracias sirviendo comida en un comedor social.
El dorsal número 3 de los Mets, que pertenece a esa especie que empieza a estar en peligro de extinción, que es el jugador afroamericano, además de ser un ejemplo para la sociedad tiene el corazón más grande de Queens.