Éder, de criticado en Portugal a héroe de la Eurocopa
De los 23 elegidos, sólo él centraba las críticas de la afición. Su familia, sin recursos, le dejó en un hogar donde vivió durante 10 años
"Adelante, subestímenme”. Este fue el mensaje que Éder, el que iba a ser héroe portugués de la Eurocopa, colgó el 14 de junio en su Facebook. De los 23 jugadores escogidos por el seleccionador Fernando Santos, solo uno concentraba todas las críticas de la afición: Ederzinho António Macedo Lopes. Éder fue una de las benditas cabezonerías del seleccionador, como el central Fonte, llegado al equipo a los 30 años, como Quaresma, el Curro Romero del fútbol, o Raphael Guerreiro, mejor lateral del campeonato.
Pero los números, y sobre todo la afición, estaban en contra de este espárrago de 188 centímetros que jugaba cuando Cristiano no estaba o cuando todo iba mal; mal asunto arreglar cosas de prisa. Sus participaciones eran siempre recordadas con frías cifras: tres goles en 18 partidos, aunque si se hubiera cogido la lupa se podría haber visto que uno de sus goles ya había sido histórico. Sirvió para ganar a Italia, lo que acabó con el gafe de 40 años de derrotas. Si ante la afición Éder no tenía crédito, para su seleccionador lo tenía todo. Una pieza del engranaje del Ingeniero en caso de apuro. Sólo tenía que estar listo para el momento.
El rechazo de la afición no ha sido el único problema en la difícil vida de Éder. Nacido en Guinea-Bissau hace 28 años, se trasladó a los tres años a Coimbra con su familia. La dramática falta de recursos económicos obligó a sus padres a dejarle en el Hogar El Girasol, donde vivió 10 años, y a donde, ya profesional, volvía para visitar a compañeros. Era buen chico y mal estudiante, por lo que a menudo se quedaba castigado sin jugar con el Adémia, el club que le vio crecer. Parece que tampoco metía muchos goles pues el dueño del bar de las instalaciones le prometió una chuleta por cada uno que marcara. Ese mismo día, el joven Éder fue a reclamarle las primeras dos chuletas.
Pese a su estatura, el chaval tenía buena técnica con los pies y se movía felinamente. Fue llamando la atención de clubes cada vez más importantes, Touriz, Coimbra, Braga, donde ya era conocido como Ederbayor, por la similitud con el futbolista togolés. Rechazó ser seleccionado por Guinea porque aspiraba a la llamada de Portugal. En Braga conoció a una familia que le iba a cambiar la vida, a Susana Torres y a sus tres hijos, especialmente la niña Rita, que quedó prendada y éste de la niña, a la que enviaba camisetas y a la que telefoneó nada más ganar para saber si estaba feliz.
La confianza con Susana Torres derivó en relación profesional; ella es su psicóloga personal, su mental coach. Eder estaba muy dolido con las críticas y Susana Torres le ayudó (le ayuda) a reconducir las fuerzas hacia lo que importa. “A menudo ponemos atención en lo que no podemos controlar y eso nos impide tener resultados”, dice Torres, que ahora ya es coaching de varios clubes portugueses. Pese a no serlo de la selección, Santos le permitió estar con él durante la concentración. El domingo, en desesperada situación, Santos llamó a Éder. Quedaban 10 minutos. “Me dijo que iba a marcar”, recordó Santos. Quitó a un medio para meter a un delantero, que empezó a robar balones, provocar faltas y dormir el juego hasta la hora de su histórico gol.
Éder ha vencido a los demonios. Tras su exilio al Swansea, el club inglés lo cedió este invierno al Lille. Fue elegido mejor refuerzo de la liga francesa. De peligrar el descenso, al quinto lugar de la liga. En 14 partidos marcó seis goles; después de cada tanto, como hizo el domingo en París, saca un guante blanco de su media y se lo coloca en la mano. El gesto va para Susana Torres, la mujer que le ha cambiado la mentalidad.Un mes después de aquel ‘Adelante, subestímenme’, el seleccionador Santos recordó a los olvidadizos periodistas sus críticas a Éder: “Parece que el patito feo es ahora el más bonito”.