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Las palabrotas de Piqué

Estados Unidos

La televisión ha captado a Piqué diciendo palabras muy horribles que no voy a repetir. Si el amable lector desea, simplemente ponga en Google: Pique palabrotas en Getafe y le saldrán todas. Incluso lo verá en video para su más que deseado deleite.

Sin embargo, cuando Julio César pidió a sus tropas que cruzasen el Rubicón para enfrentarse a Pompeio, no necesitó insultarles ni gritarles ya que creían en él.

El problema de Piqué es que cree que gritando y diciendo malas palabras conseguirá que la motivación de sus jugadores sea mayor. Y digo bien, sus jugadores, porque le votaron capitán. Uno de los cuatro. También a Messi que no se ha ido porque no ha podido, no porque no haya querido.

Pique cree que por ser guapo, alto, un gran empresario, padrazo y un gran jugador se futbol, sus compañeros le van a seguir y no es tan fácil. De hecho podría preguntar a su esposa que le diera clases de liderazgo ya que ella sí sabe y mucho.

Ser un líder y conseguir la autoridad de las personas que están contigo no es fácil. Llegar en bici medio en broma antes del partido, estar más pendiente del tenis que del fútbol o no estar volcado por lo que te pagan veinte millones de euros al año, son algunos apuntes del porqué los demás no te siguen. Básicamente es porque no creen en ti.

El último líder en el Barça fue Puyol y no crean que ha habido muchos más. Que yo recuerde: Urruti, Migueli, Maradona, Larson, Koeman, Hristo, Ronnie, Quini y que me perdonen los más mayores que yo, porque seguro que antes hubo más.

El líder no tiene por qué ser el mejor en el campo. Seguro que había mejores soldados que Julio César o que Alejandro Magno, pero no eran como ellos.

El líder no tiene que ser el mejor dotado sino el que desprende algo que los demás no tienen. Cuando salía Larson el Camp Nou se volvía loco.

El Barça ha tenido y tendrá los mejores jugadores, sin embargo la carencia de líderes es total. En el Madrid le queda Ramos, el último de los líderes de antaño.

Los que amamos el fútbol echamos de menos a los Cantona, Keane, Baggio, Juanito, Weah, Matthaus, Lampard, Rummenigge, Baresi, Totti, Voeller, Gullit y tantos otros que no necesitaban gritar. Simplemente con una mirada hacían que los diez restantes, cruzasen el Rubicón.

Y ganasen.