Trump, acorralado
Las reacciones populares por la muerte de George Floyd se unen a las protestas contra el presidente de EE UU por reclamar más mano dura y amenazar con sacar al ejército.
Las protestas por la brutalidad policial contra los afroamericanos prosiguieron e incluso se intensificaron este martes en algunas capitales de EEUU, pero más pacíficamente que en jornadas anteriores y centradas también ahora en el presidente Donald Trump.
Pese a incidentes aislados, las escenas que predominaron el martes fueron de manifestantes marchando con las manos en alto y cantando consignas recordando la muerte de George Floyd durante su detención por la policía de Mineápolis la semana pasada, o arrodillados frente a las fuerzas policiales.
Todo esto antes de comenzar el toque de queda que rige en unas cuarenta ciudades del país, que miles de personas desafiaron, aunque sin que se registrasen, salvo algunos altercados, las escenas de violencia y saqueos que han dominado las últimas jornadas.
En Portland (Oregón) decenas de personas protestaron tiradas en el suelo con las manos a la espalda, como estaba Floyd antes de morir, cuando el policía blanco le presionaba el cuello con la rodilla al detenerlo, y en Nueva York muchos de los manifestantes fueron los que se arrodillaban ante los agentes.
Reclamos contra Trump
Pero en muchas ciudades la protesta incluía ahora al presidente Trump, después de que el lunes reclamase a los gobernadores mano dura contra los manifestantes, amenazase con utilizar el Ejército contra ellos y ordenase dispersar una protesta en el parque Lafayette, frente a la Casa Blanca, para aparecer, biblia en mano, ante una emblemática iglesia baptista en una demostración de fuerza.
"No tenéis vergüenza, en la Casa Blanca hay un racista", coreaban hoy los manifestantes junto a ese lugar, frente a una cerca de dos metros y medio instalada ahora para impedir el paso al parque situado frente a la residencia presidencial.
La acción de Trump de salir de la Casa Blanca, recorrer el parque que los últimos días ocupaban los manifestantes y posar ante los fotógrafos con la iglesia detrás ha sido vista como una demostración de que controla la situación y un guiño a sus votantes.
Sobre todo después de que un día antes surgiesen informaciones no confirmadas de que el viernes, cuando las protestas se endurecieron en la capital, se había refugiado en el búnker de la Casa Blanca.
La acción pareció haber desconcertado incluso a miembros de la propia Administración, ya que el secretario de Defensa, Mark Esper, reconoció hoy a la cadena de televisión NBC que cuando le pidieron ir en el séquito del presidente, no sabía a dónde iban. "Pensé que íbamos a hacer dos cosas: ver algunos daños (causados por los manifestantes) y hablar con las tropas", dijo Esper.
Las elecciones en el horizonte
Pero la crítica general a Trump es que parece que el horizonte de las elecciones guía todos sus actos sin prestar atención al problema de fondo, que es la impunidad y la cultura policial de violencia y falta de respeto por la vida, que es lo que moviliza las protestas.
"Es hora de restañar las heridas y la unidad, y el mejor modo de proteger los derechos civiles es evitar la escalada de la violencia", aseguraron en una declaración el gobernador de Colorado, Jarred Polis, y el alcalde de Denver, Michael Hanckok, ambos demócratas, sobre la amenaza de Trump de movilizar al Ejército.
También el jefe de policía de Houston, Art Acevedo, que el lunes marchó con los manifestantes en su ciudad, le respondió el martes a Trump que "si no va ser constructivo, por favor, cierre la boca".
Tropas cerca de Washington
En un comunicado, Jonathan Rath Hoffman, asistente del Secretario de Defensa para Asuntos Públicos, informó de que esta noche 1.600 militares del servicio activo fueron movilizados a cuarteles del área de Washington desde Fort Bragg (Carolina del Norte) y Fort Drum (Nueva York), para ayudar a las autoridades civiles si lo requieren los disturbios.
También la adopción de una medida tan extraordinaria como la movilización del Ejército para una cuestión de orden público es vista como un intento de cimentar su imagen de "presidente de la ley y el orden", como él mismo se calificó el lunes.
"La decisión del presidente Trump de invocar la Ley de la Insurrección (para movilizar al Ejército), y su retórica incendiaria, demuestran que no puede guiarnos a través de estos tiempos tumultuosos y unir al país", dijo en un comunicado el congresista demócrata Adam Smith, que preside el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.
También el virtual candidato demócrata para enfrentarse a él en las elecciones de noviembre, Joe Biden, criticó a Trump por estar "usando el Ejército estadounidense contra el pueblo estadounidense". "Lanzó gases lacrimógenos a manifestantes pacíficos y disparó balas de goma para una foto. Para nuestros hijos, para el alma de nuestro país, debemos derrotarlo", dijo Biden en un tuit.
Desestimando también la seriedad de la crisis del coronavirus, Trump anunció este martes que está buscando una nueva sede para celebrar en agosto la Convención Nacional Republicana, en la que será confirmado como candidato, después de que las autoridades de Carolina del Norte expresaran su preocupación por la asistencia masiva que se espera en la cita debido a la pandemia.
En Estados Unidos es ya el país con más casos y más víctimas del la COVID-19, con 1,8 millones de contagiados y 106.000 muertes.