Silbidos en el Camp Nou
Seamos claros. Se mantuvo a Valverde no porque se creía en él sino porque era el escudo perfecto.
La vida, cada vez más, se explica a través de relatos. En inglés el famoso story telling. Es lo que los humanos mejor entendemos. De hecho, los juglares durante años lo hicieron antes de aparecer los libros.
Presentación de los personajes, conflicto, el héroe, el villano, la relación amor odio, la tensión del conflicto alargada y el desenlace. Cualquier escritor de medio pelo y cualquier ávido lector o pasivo ser de Netflix conoce el proceso.
Eso fue lo que se hizo con Valverde, ponerlo de escudo. Primero héroe por las Ligas no celebradas, segundo y después de Liverpool, hagámosle villano y mientras la gente se metía con él, el presidente tranquilo. Es entendible y podría ser normal.
Lo que se perdió en el tintero fue traer al hombre de las vacas que creo que confunde posesión con dominación.
El Barça de Pep no poseía el partido, sino que lo dominaba y lo acababa con autoridad.
La gente del Barça es gourmet y no contenta con un pseudo caviar, quiere beluga y cuando no lo tiene, silba.
Silba como ayer, sin importarle nada. Solo quieren pasárselo bien y que los juglares le cuenten que pueden ganar al malvado Liverpool que les ultrajó hace diez meses.
Y en cambio, lo único que ven es caviar de plástico y sistemas atemorizados contra un Getafe tan ramplón como efectivo.
Si el Camp Nou silba, entonces “el invierno se acerca”.