Appetite for destruction
Hace muchos años, cuando éramos tan jóvenes que ya no nos acordamos, los Guns N Roses publicaron el Appetite for Destruction. Una obra maestra y sin dudas el mejor disco de los años 80's. Todas sus canciones son himnos inolvidables. Poesías líricas que los que amamos el rock and roll las memorizamos con desenfreno.
Después lo que hicieron fue una cosa que “pues bueno, pues vale, pues de acuerdo, pues adiós". Y un día un amigo me dijo si comparas todo lo que hacen o se hace con el Appetite for Destruction tu vida será muy miserable y tendrás que gestionar la frustración día y noche hasta el fin de tus días.
Y eso es lo que nos pasa a los que amamos al Barça de Guardiola. Aquel fútbol perfecto, aquella máquina que fluía y arrasaba en los campos de fútbol de toda Europa. Los que ganaban sin pedir permiso. Los que destrozaban a los rivales por respeto y con gula.
Ahora vemos que se marcan goles, incluso cinco como ayer y percibes como las personas, sacando turistas extasiados en las gradas, son como los Hombres de Gris de Momo, aquellos que para huir de ellos tenías que caminar más lentamente.
Messi seguirá agrandando su leyenda y los demás serán ese Corifeo griego decadente y seguiremos intentando ver nuevas canciones, perdón partidos, cada fin de semana buscando algunos acordes como el Sweet Child O’mine o de Paradise City.
Aunque sabemos que eso no ocurrirá, es el Barça y por eso siempre le damos una última oportunidad. Siempre mañana es la última oportunidad de que Setién cree un Barça inolvidable, porque ahora, lamentablemente, nos olvidamos del último partido que se ha jugado, por muchos goles que se hayan metido.