El momento del adiós
La NFL es una liga cuya cotidianidad puede ser muy violenta. La obligación de rendir al momento obliga a tomar decisiones drásticas en busca de resultados, sin importar el pasado. La historia recuerda violentas despedidas de héroes con un pasado brillante.
¿Recuerdan a Joe Montana?
Ningún pasado es más brillante que el de Joe Montana en los 49ers de San Francisco, cuya conquista de cuatro Super Bowls en igual número de juegos, lo colocan para muchos como el mejor de la historia.
Después de ganar a los Broncos de Denver el Super Bowl XXIV en enero de 1990, “Big Joe” se encontró con que los 49ers lo daban de baja tan sólo tres años después. Perdió por completo, debido a lesiones, la temporada del 1991, y jugó sólo un partido en 1992. La presión por el crecimiento de Steve Young llevó al equipo a despedir a Montana y ceder el equipo al zurdo, con quien ganarían el Super Bowl XXIX.
Montana todavía tenía talento y físico, lo que no tuvo fue la paciencia del equipo al que le dio esos cuatro Super Bowls. Una vez despedido por los 49rs, firmó con los Jefes de Kansas City, los guió a la final de la Conferencia Americana de 1993, la antesala del Super Bowl, pero en ese juego sufrió una última conmoción cerebral que lo llevó a tomar la decisión del retiro.
Si los 49ers hubieran sostenido a Joe Montana en esa etapa de crisis y lesiones, no tenga usted dudas que el Super Bowl XXIX de Steve Young habría sido su quinto.
¿Recuerdan a Brett Favre?
Una historia semejante fue la de Brett Favre en Green Bay, una franquicia legendaria que llevaba casi 30 años esperando volver a un Super Bowl. Con su carismática presencia y tremendo brazo derecho, los Packers volvieron al Super Bowl en la edición XXXI, 29 años después de su último título en el Super Bowl II.
Fueron 17 temporadas de Favre con los Packers, demasiados momentos brillantes, victorias agónicas, el triunfo del Super Bowl XXXI sobre Nueva Inglaterra, hasta que le dieron la espalda y le dijeron adiós, para entregar la ofensiva a Aaron Rodgers y ganar bajo su mando el Super Bowl XLV.
Favre y los Packers pasaron del amor al desamor.
El quarterback no soportó el desprecio y buscó a toda costa ser rival de los Packers, hasta conseguir firmar con los Vikingos de Minnesota, rival de su división. Semejante a Montana, Favre llevó a los Vikingos a la final de la Conferencia Nacional, antesala del Super Bowl, donde cayó ante los Santos de Nueva Orleans.
Es válido especular si el Super Bowl XLV de los Packers de Aaron Rodgers habría sido también para Favre, con un poco de paciencia del equipo.
Hoy le tocó a Eli Manning
Los Gigantes de Nueva York han tomado la decisión de mandar a la banca a Eli Manning, reemplazándolo por el novato Daniel Jones que emocionó e ilusionó a todos en la pretemporada.
Manning tiene un sitio garantizado en el Salón de la Fama. Sus victorias en los Super Bowl XLII y XLVI sobre Tom Brady y los Pats, son eso que toda la liga ha buscado y sólo él ha podido conseguir. Sobre todo el Super Bowl 42, que evitó la temporada invicta a Brady y los Pats, algo que sin duda habría significado la perfección total.
Sus últimos años han sido terribles, es el peor quarterback de la liga en el balance touchdowns-intercepciones, desde 2016. Su titularidad era insostenible.
Pase lo que pase Eli Manning será recordado por siempre como el hombre que venció a Tom Brady y los Pats en el Super Bowl, dos veces. Y aunque su adiós no sea en los mejores términos, será simplemente como el de otros grandes de la historia.