Serena Williams, la superheroína sin trajes (no los necesita)
La tenista, cuya vida estuvo en riesgo después de dar a luz a su primera hija en septiembre de 2017, ha lidiado con una polémica por su vestimenta.
No hay quien pare a Serena Williams. Heroína, superheroína. Inquilina del Olimpo: Hera, Atenea y Deméter a la vez. La máxima ganadora de Grand Slams en la historia, acaso la tenista más grande de los tiempos, ha endurecido su mito a partir de los vaivenes, los riesgos, la muerte circundante; la resistencia al status-quo y sus prejuicios, sus miedos y sus imbecilidades; la fuerza inagotable, hercúlea; su monstruosa resistencia entremezclada con su fina cadencia. Es furia y elegancia. Es huracán y brisa. Gracia y fuerza en perfecto equilibrio. Una titánide que, con pincel mano, se abre paso a su escape del Tártaro. Llueve, truene, relampagueé, los vientos huracanados que emanan de la raqueta de Serena Williams son implacables. Todos los muros ceden.
La polémica por su atuendo utilizado en Roland Garros, su reaparición en Grand Slams después de dar a luz a su hija, Alexis Olympia, en septiembre de 2017, es el último capítulo de una extensa lista de agravios en contra de Williams. Un rosario de despropósitos que desfilan desde el racismo (el extenista rumano Ilie Nastase describió como 'chocolate con leche' el color de piel de Alexis Olympia), sospechas infundadas de dopaje (el pasado junio, durante Wimbledon, denuncio haber sido la competidora más examinada), hasta la imposición de decoro, endurecido hacia las mujeres, en la vestimenta tenística; políticas arbitrarias para controlar los códigos de vestido. Pese a todo, el público de Flushing Meadows se entregó en cuerpo y alma a su heroína, su Capitana Marvel, durante su victorioso estreno en el US Open 2018, en el que derrotó 6-4, 6-0 a la polaca Magda Linette. Eso sí, sin traje completo, su mono negro, malla larga, ajustado a la cintura con una franja roja; atuendo que Bernard Giudicelli, presidente de la Federación Francesa de Tenis, tildó de "inadecuado". "No será aceptado. Hay que respetar el deporte y el lugar", aseveró a la revista Tennis.
No obstante, la falta de sensibilidad de Giudicelli encontró amplio desdén. Nike defendió a su ícono ante la crítica: "Puedes quitarle su traje a una superheroína, pero nunca podrás quitarle sus superpoderes", fue el mensaje de la marca, viralizado en redes sociales. Además, el tutú, un diseño de Virgil Abloh para la colección 'Queen' de Nike, que lució Serena en su regreso a Flushing Meadows después de dos años fue, también, una declaración de intenciones: negro, una manga completa. Zanjó la polémica con juego, con victorias y apenas palabras: "Cuando se trata de moda, no quieres ser una reincidente", refirió en conferencia de prensa antes de su participación en el último Grand Slam del año. El traje blanco, estilo esgrima, con el que Anne White se presentó en el torneo de Wimbledon de 1985, descorchó uno de los primeros debates sobre el control de los cuerpos femeninos en el tenis. El protagonismo de Serena, la superheroína que golpea prejuicios a reveses y drives a una mano, ha añadido adeptos a favor de la abolición de los protocolos, del elitismo, de la estética establecida.
Serena Williams volvió a jugar en febrero de 2018, durante la Fed Cup, en un duelo de dobles junto a su hermana: Venus. Sólo habían pasado cinco meses desde el nacimiento de su hija y no más de tres desde su serie de operaciones que salvaron su vida. ¿Qué es la prohibición de un traje para una superheroína como ella? Nada.