¿Qué desencandenó la renuncia de Mesut Özil de Alemania?
El origen de la crisis entre el jugador del Arsenal y el establishment del fútbol germano es la tensión entre los gobiernos de Alemania y Turquía.
La debacle alemana en el Mundial de Rusia ya ha traído consecuencias. Tres semanas después de la eliminación de la 'Mannschaft' en la fase de grupos del torneo por primera vez en su historia, Mesut Özil renunció a jugar con la Selección de Alemania después de nueve años, tres Copas del Mundo y un título, el conseguido en 2014, una conquista que el establishment político alemán no tardó en asociar con las bondades de la multiculturalidad y la integración racial. Un ejemplo para la Alemania real. La carta de renuncia de Özil ha echado por tierra el discurso. "No jugaré mientras sienta racismo y falta de respeto", denunció el mediocampista. Un alegato que ha descorchado un debate nacional en torno a la inmigración, el nacionalismo, la identidad y la tolerancia en tiempos de renacimiento de las ínfulas de ultra-derecha, no solo en Alemania, sino en Europa toda.
Özil ha aquejado el trato recibido por los medios de comunicación y la Federación Alemana de Fútbol a raíz de una fotografía en la que aparece, sonriente, junto al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan. El encuentro, efectuado en mayo pasado en Londres, el que también estuvo Ilkay Gündogan, jugador del Manchester City, turco-alemán como Özil. El partido político al que pertenece Erdogan (AKP, Partido de la Justicia y el Desarrollo, por sus siglas en turco), replicó las imágenes que también tuvieron amplia difusión en los medios estatales de la nación del Bósforo. Las apariciones de los futbolistas, que entonces integraban la lista preliminar de Joachim Löw, entrenador de la Selección Alemana, para afrontar la Copa del Mundo de Rusia, causaron un tsunami en las oficinas del Bundestag en Berlín; todos reproches. Andrea Nahles, dirigente del partido Socialdemócrata alemán, apuntó al mensaje que dejaba la fotografía, más allá de un simple encuentro entre figuras públicas: “Posar junto al presidente de Turquía no es un comportamiento ejemplar y no es apropiado para los internacionales alemanes”. La posición del diario Bild fue aún más severa: "Si tienes una posición moral, no sonríes a la cámara junto a Erdogan. Son genios del fútbol, pero idiotas políticamente”.
En su carta, publicada a través de su cuenta de Twitter el domingo 22 de julio, Özil explicó el encuentro por primera vez: "La imagen no tuvo intenciones políticas. Para mí, era una muestra de respeto al máximo puesto del país de mi familia. Mi trabajo es jugar fútbol y no ser un político y nuestra reunión no fue una muestra de apoyo de ninguna política". Sin embargo, el turbio contexto político que ha rodeado las relaciones turco-alemanas en los últimos años escapó al escrutinio de Özil. Inmigración, reproches e injerencias en procesos electorales han definida la cada vez más compleja relación entre dos países otrora distantes; hoy, condenados a entenderse.
¿Qué sucede entre Turquía y Alemania?
Según datos de la Oficina Federal de Estadística de Alemania (Destatis) correspondientes a 2014, aproximadamente 2,859,000 de turcos viven en el país, de los cuales un millón tienen derecho al voto. De hecho, los turcos son la primera minoría inmigrante en Alemania, razón que ha acercado inevitablemente a ambas naciones en todos ámbitos: mercantiles, mediáticos, usos y costumbres. En Alemania es cada vez es más común la publicidad dirigida específicamente a turcos; en algunos casos, impresa o hablada en su idioma natal.
La robusta presencia de turcos en Alemania es terreno fértil para los movimientos electorales de Erdogan. Previo a las elecciones federales de Alemania en 2017, cuyo objetivo era confirmar el nuevo Bundestag (Parlamento), que a su vez elegirá al Canciller (jefe de gobierno, puesto que recae desde 2005 en Angela Merkel), Erdogan conminó a sus connacionales a no votar por el partido de Merkel: "A todos mis compatriotas de Alemania les digo que no cometan errores y no voten a esa gente. Ni a los democristianos, ni al SPD (los socialdemócratas, socios de Merkel en el gobierno) ni a Los Verdes. Todos ellos son enemigos de Turquía. Voten a otros partidos que no sean enemigos de Turquía". La proclama fue tildada como una "injerencia extranjera" por parte de los actores de la política alemana y por miembros del gobierno actual.
La rezonga de Erdogan tiene trasfondo. Su administración ha acusado a Alemania de dar asilo a organizadores del intento de golpe de Estado que sufrió el presidente en 2016. Además, el régimen Erdogan ha acusado que los germanos han otorgado el estatus de refugiados políticos a miembros del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), asociación considerada como un grupo terrorista en Turquía. De hecho, el PKK llevó a cabo varios eventos en Alemania para contrarrestar la propaganda transnacional de Erdogan dirigida a la diáspora turco-alemana, encaminada a apoyar al dirigente en un referéndum constitucional, celebrado en 2017, que le otorgaría poderes absolutos. Erdogan, vencedor en el plebiscito con un 51% a favor de convertir a Turquía en una república presidencialista en lugar de un sistema parlamentario, acusó represión política del gobierno liderado por Merkel, que prohibió todos los actos oficialistas con fines electorales en suelo germano. En la votación fueron considerados los inmigrantes turcos en Alemania, Australia, Holanda, Bélgica y Dinamarca.
Mientras Alemania, junto a sus socios de la Unión Europea, han condenado la deriva "autoritaria" que, consideran, ha tomado el gobierno de Erdogan después del intento golpista de 2016, el mandatario otomano, Erdogan ha denunciado que Merkel no haya hecho más esfuerzos por robustecer el acuerdo aduanero excepcional que mantiene la Unión Europea con Turquía, vigente desde 1996, (intercambio comercial sin aranceles entre ambas partes). Un rosario de dimes y diretes que ha llegado a su punto máximo, en represalia por tolerar las manifestaciones públicas del PKK en su territorio, el gobierno turco emitió advertencias de viaje para los ciudadanos que planeen visitar Alemania. La razón: al amparar al PKK, Alemania protege al terrorismo, según la óptica de la régimen de Erdogan. La tensión escaló cuando, en 2017, el activista de derechos humanos Peter Steudtner, y los periodistas Mesale Tolu y Deniz Yücel, todos con pasaporte alemán, habían sido detenidos y seguían encarcelados a espera de sus audiencias. Los tres fueron liberados ya.
¿Qué papel juega Özil?
¿Debió saber Özil el trasfondo que conllevaría su fotografía con Erdogan? El periodista de Deutsche Welle Jaafar Abdul-Karim libera al mediocampista del Arsenal del escrutinio sobre su fidelidad a Alemania (nació en Gelsenkirchen y renunció a su nacionalidad turca) y ubica sus ideas políticas, cualesquiera que sean, en el ámbito de la libertad de expresión, consagrada por la Constitución turca, pero enfatiza el papel del futbolista como figura pública: "Al menos para Erdogan, fue una buena campaña. Y Mesut Özil debe tener clara su influencia como estrella de fútbol. Si Özil no quiere ser crítico, por supuesto que podemos criticarlo, pero al final debemos respetar su decisión", escribió Abdul-Karim al tiempo que Erdogan ha apoyado públicamente a Özil y ha aseguró que la deserción se debe a un "ataque racista", según dijo a la televisora estatal TRT. "No han llegado a digerir que se haya hecho una foto conmigo", agregó, temerario y provocador.
Pero la olla explotó. Y Özil no jugará más en Alemania. Por ahora.