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PYEONGCHANG 2018

Javier Fernández, en As: "En el hielo acabas con una sonrisa, pero el patinaje te machaca"

El madrileño visitó la redacción de As para celebrar su ansiada medalla de bronce olímpica, que logró en los Juegos de Pyeongchang 2018.

MadridActualizado a
Javier Fernández, en As: "En el hielo acabas con una sonrisa, pero el patinaje te machaca"

Javier Fernández llegó a As con su tesoro más valioso en el bolsillo. En la chaqueta de su traje estaba la medalla olímpica de bronce que se colgó en los Juegos de Invierno de Pyeongchang, el premio que faltaba a su carrera única como patinador artístico, el trozo de metal por el que la gente preguntaba a todas horas. “Con esto soy la persona más feliz del mundo”, dice Superjavi, que llegó a la gloria a los 26 años. Tiene dos oros mundiales, pero da más valor a este pedazo de bronce: “Es que el peso de los Juegos es mucho mayor, son una competición global que se ve en todo el mundo, una explosión de deportes y la presión también es más grande, claro”.

Pese a haber residido los últimos años en Estados Unidos y Canadá, Javi siempre regresa a sus orígenes, a Cuatro Vientos, donde su madre Enriqueta López ha pasado “horas, días, años de preocupaciones” pendiente de ese hijo que con 17 años se fue a Nueva Jersey sin saber inglés. “Si llego a saber todo esto, me habría pensado llevarlo a aquella pista de patinaje de Aluche con seis años”, relata la madre.

Enriqueta se lanza a contar la historia de su hijo: “Su hermana competía y él siguió sus pasos, luego fue a Estados Unidos con Nikolay, un entrenador ruso, y luego a Canadá con Brian (Orser). Hubo un par de momentos muy difíciles, en los que he llorado mucho”. Javi añade: “Es cierto, pero bueno, todo lo que he pasado también te forma como persona te hace más fuerte”. Y la madre recuerda el primero de los innumerables recortes de periódico que tiene de su hijo: “Fue de uno de Ceuta, de una exhibición”. Javi Fernández responde con cariño: “Ha llovido desde eso, mamá”.

Tanto tiempo ha pasado, que la pista de hielo a la que iba entre la calle Yébenes y Camarena es ahora un restaurante y Javi Fernández pasó de ser un chico que daba piruetas con facilidad a ganar seis títulos de campeón de Europa, los citados dos Mundiales, y esa medalla olímpica a la que su mente vuelve: “Podría haber ganado la plata, pero eso no habría cambiado mucho. Es cierto que Shoma Uno, el japonés que fue segundo, tuvo alguna caída y no lo hizo perfecto. Tuvo malos saltos. Eso al final depende de los jueces. Al principio me quedé contrariado, pero recuperé la sonrisa”.

También habla Javi de Hanyu, el campeón olímpico, con el que ha compartido entrenador (Brian Orser). Reconoce que la competición tensó su amistad: “Algún conflicto ha habido, es buen chico, pero su entorno… Yo lo conocí en otro momento suyo y nos hemos ayudado, pero fue hace tiempo. Al final, es como un Madrid-Barça”. Javi sería la parte blanca, porque ya ha sacado en el Bernabéu.

Esta semana Javi regresará a Corea, porque tiene que hacer la gala de exhibición en Gangneung el 25 de febrero, en la que se pondrá el traje de Superman. “Quedaba casi una semana y ¿qué iba a hacer allí? Prefería venir, saludar a la familia y celebrar esto, aunque ya sé que es un poco paliza. La verdad es que he acabado la temporada reventado de cansancio”, sigue el prodigio madrileño, que hace una revelación a As: “No haré otros Juegos, ni más Mundiales, ni siquiera este de 2018, algún Europeo a lo mejor sí”. Un anuncio que no es una retirada definitiva, pero sí el síntoma de que va a bajar mucho el pistón. Las estancias en Canadá se reducirán y pasará más tiempo en Madrid, para alegría de Enriqueta.

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FELIPE SEVILLANODIARIO AS

A los 26 años, Javi ya se siente “veterano”. “Nosotros en el hielo siempre acabamos con una sonrisa, pero el patinaje machaca mucho”, relata Superjavi, que cuenta que ya no es el mismo de antes: “Te pasaba algo y recuperabas al instante. Ahora tienes una lesión y te dura mes y medio. Este es un deporte muy complicado a nivel físico, explosivo. Es mucho más difícil de lo que la gente ve, es perfeccionista”.

Tan “perfeccionista” es que el medallista reconoce que sus programas completos los ha repetido “más de 80 veces cada uno”, con el desgaste que conllevan todos esos giros y saltos para un talento natural como él, que reconoce que tiene un “carácter relajado”: “Pero cuando hay que echar horas en el hielo las echo, ¿eh?”.

Javi quiere ahora tregua y mira a su futuro como organizador de eventos (su show Revolution Ice se hará este año de nuevo) y como entrenador. “En verano organizaremos un campus de dos semanas en Granada, donde vendrán Brian Orser y Tracy Wilson, mis entrenadores de Canadá”, avanza el patinador español.

También ha hablado con la Federación Española de Hielo para ser piedra angular de su Centro de Alto Rendimiento, una especie de Arcadia para este deporte a nivel nacional: “Me gustaría que se hiciera en Madrid, eso sería muy bueno y ojalá los niños que quieran progresar en este deporte no se vean obligados a irse al extranjero con 17 años como me fui yo”. Es Javier Fernández, el chico despistado que ha cumplido el sueño de toda una vida de patinaje: la medalla olímpica. La cuarta en la historia de España en invierno y la primera del hielo.