Hace 17 años, en un juego de Ronda Divisional ante los Raiders -el famoso partido del “Tuck Rule”- un fumble de Tom Brady parecía sellar el triunfo de los Raiders sobre Patriots, pero gracias a la inolvidable y polémica regla, Nueva Inglaterra mantuvo posesión, derrotó a Oakland y tres semanas más tarde ganó su primer Super Bowl.
Fue el primero de ocho viajes al Super Bowl y cinco títulos que los Patriots conseguirían bajo el mando del coach Bill Belichick y con Brady en los controles.
Anoche, en Minneapolis, un fumble pudo haber marcado el último capítulo de esa poderosísima dinastía.
Un par de alas defensivas se combinaron en la jugada que le dio el triunfo a los Eagles en el Super Bowl LII. Primero fue Brandon Graham, quien le zafó el balón a Brady para forzar el fumble, y luego su compañero Derek Barnett corrió con la suerte del campeón, porque el balón aparentemente le golpeó el pie, dio un bote y le cayó en las manos como un regalo de los dioses del estadio, en la yarda 31 de Nueva Inglaterra, para asegurar el primer título de Philadelphia en un Super Bowl.
Esa fue la jugada decisiva, pero se necesitó mucho más que eso para vencer a los Patriots.
Se necesitó de un coach como Doug Pederson, que dos veces decidió jugársela en cuarta oportunidad para que su equipo no sólo convirtiera sino que sacara puntos de sus atrevidas apuestas.
La primera fue cuando utilizó a su quarterback suplente como receptor. “Philly Special” es el nombre de la jugada con la que Nick Foles atrapó un pase solo en las diagonales y con el que Eagles se fue al descanso con ventaja de 22-12.
Con 38 segundos en el reloj del segundo cuarto y el balón en la yarda uno de Nueva Inglaterra, Pederson no sólo decidió jugársela sino llamar una jugada poco usual. Foles se alineó como ala cerrada; el corredor novato Corey Clement recibió el centro directo y entregó el balón al ala cerrada Trey Burton, quien después lanzó un pase flotado a Nick Foles para uno de los touchdowns más memorables en la historia del Super Bowl.
También se necesito de un Foles que, aunque sufrió una intercepción, mantuvo el nivel mostrado en los dos primeros juegos de la postemporada. El suplente de Carson Wentz completó 28 de 43 (65.1%) para 373 yardas, con 3 touchdowns y rating de 106.1.
En ningún momento mostró el nerviosismo de un quarterback primerizo en el Super Bowl y ayudó a que Philadelphia terminara con 63% de efectividad en tercer down (10 de 16), estadística clave para tener el balón casi nueve minutos más que los Patriots (34:04 a 25:56).
Súper merecido el nombramiento de MVP para Foles.
También se necesitó de un ataque terrestre que generó 164 yardas, lo más que los Patriots aceptaron desde las 183 de Buffalo en la Semana 13. LeGarrette Blount, un viejo conocido de Nueva Inglaterra, fue sorpresivamente quien llevó la batuta en el backfield de Philadelphia, con 14 acarreos, 90 yardas (promedio de 6.4 por intento), una escapada de 36 y un touchdown.
La defensiva de Eagles permitió 613 yardas, en un juego que ya tiene un lugar en la mitología de la NFL pues ambos equipos se combinaron para 1,151 yardas, incluidas 874 por aire. Pero al final, cuando más lo necesitaban, Graham y Barnett hicieron la jugada grande que pudo acabar con 17 años de reinado de los Patriots.
Los coordinadores Josh McDaniels (ofensiva) y Matt Patricia (defensiva) se convertirán en coaches de Indianapolis y Detroit, respectivamente; el esquinero Malcolm Butler , quien sorpresivamente fue relegado a equipos especiales en el Super Bowl LII, encabeza la lista de agentes libres, en la que también están los tackles Cameron Fleming y LaAdrian Waddle , así como los corredores Dion Lewis y Rex Burkhead.
Rob Gronkowski, el mejor ala cerrada de su generación, dejó entrever que considerará el retiro.
Y, finalmente, Brady. El veterano tuvo una campaña espectacular en 2017, que cerró con un juego de 505 yardas y tres touchdowns; pero tendrá 41 años de edad durante la próxima temporada y a menos que en su casa tenga la fuente de la juventud, necesariamente iniciará un declive en potencia, reflejos, velocidad y otras capacidades físicas.
Me parece que es el principio del fin para la dinastía de los Patriots, aunque en Las Vegas no lo creen así, porque desde ya son favoritos (9-2) para ser campeones del Super Bowl LIII el próximo año.