El Bernabéu arropó a Cristiano: no quiere cambiarlo por Neymar
El portugués se partió la cara por hacer doblete ante el Deportivo. El público le aplaudió antes de marcar y tras varios fallos. "Vamos equipo", puso en Twitter tras el 7-1.
Cristiano es un tipo singular más allá de que su ‘terrible’ racha goleadora le deje con un promedio de más de un gol por partido en el Madrid. 424 tantos en 419 choques. Los genios nunca dejan indiferente a nadie. Y a él parece que le da igual lo que piense el resto (“Fui bendecido con talento, soy el mejor de la historia”, Cristiano dixit). No quiere piropos. Sólo que el madridismo (y su presidente) valore sus números. Quiere marcharse, pero la afición no le recibió con pitos cuando la megafonía le nombró.
Y eso que dijo en France Football: “Me incomoda la amnesia que muestra la afición del Madrid”. Tampoco le silbaron cuando Rubén le privaba de ese ansiado gol. Ni con el feo gesto de no celebrar el primer tanto de Bale por reclamar penalti (por las críticas y el debate de ese gesto, escribió por la noche un tuit con una foto felicitando a Bale en uno de sus goles y el mensaje de: "Vamos equipo). Pese a esos gestos, recibía cariño. En el 72’, cuando marró un zurdazo a bocajarro, el Bernabéu le ovacionó. Le aplaudió calurosamente. Algo cambió en la grada, que no habría sido la primera vez que se hubiera lanzado a pitarle (“no quiero una calle. Sólo que no me silben”, decía el año pasado). Tal vez los coqueteos del club con Neymar provocaron a muchos un desagradable flashforward (imaginarse al brasileño en el equipo en lugar de Cristiano) y de ahí la respuesta afectuosa. La soberanía de los aplausos y los pitos sigue emanando del Bernabéu.
Doblete y tres puntos de sutura
Tardó 78 minutos en marcar. Y no lo celebró. Siguió con esa cara ofuscada como cuando en 2012 marcó otro doblete ante el Granada y soltó: “Estoy triste”. Pero igualmente se jugó el ojo ante Schär (acabó con tres puntos), como hizo en 2012 con el codazo de David Navarro. Y se marchó pidiendo el móvil al médico para ver su herida. Tan presumido como surrealista. Amado u odiado. Y el Bernabéu le empezó a decir ‘te quiero’ antes de que se pueda marchar...