El vaso comunicante blanquiazul
Málaga y Espanyol están unidos por vasos comunicantes en las últimas temporadas, y no nos referimos únicamente al blanquiazul de su camiseta. Ambos clubes tuvieron el privilegio de contar con José Manuel Casanova como padre de sus canteras más exitosas. Basta con ver las plantillas para entender su valía. Jugadores como Darder o Sergio Sánchez han estado en ambas orillas, por citar a dos contrapuntos de un equipo perico que llega también con urgencias a La Rosaleda. El Espanyol de Chen quiere ser lo que en su día vivió Málaga con Al Thani, quien llegó prometiendo ser un grande de Europa y, al menos, llegó a quedarse a un paso de una semifinal de Champions de buenas a primeras. Eso sueñan los pericos, aunque el camino está tan repleto de espinas que es más bien una pesadilla.
Porque no hay peor mal en el Espanyol que la indiferencia, la zona de nadie, el aplacamiento emocional de un club que se mueve por sus latidos. Y en eso espera no caer el equipo de Quique, quien habla de pasión sin mostrarse apasionado. En esa contradicción transita el Espanyol, que llega a La Rosaleda, campo talismán, sin haber ganado fuera. En los últimos cinco años no perdió con dos viejas recetas que haría bien en recuperar: balón parado y contraataque. Ver funcionar a equipos como Girona, Betis, Getafe, Leganés o Eibar es una patada en el hígado al proyecto de Málaga y Espanyol, quienes con más (no en todos los casos anteriores) están haciendo menos. Cuestión de fichajes y evolución de los equipos. Hoy veremos en acción a dos que no han atinado en la planificación de la temporada.