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TIGRES CAMPEÓN

“El campeonato es lo mejor que me puede pasar”

La afición de Tigres se apropió de la Macroplaza de Monterrey y la convirtió en el centro de sus festejos. Mañana, el desfile con el equipo.

Monterrey (México)Actualizado a
“El campeonato es lo mejor que me puede pasar”

La fachada del Palacio de Gobierno de Nuevo León está resaltada por luces azules y amarillas. Frente a él, sobre la Explanada de los Héroes que da fin (o principio, según se vea) a la Macroplaza, cientos de aficionados se arremolinan en un huracán que no deja de saltar y del que se desprenden banderas, amarillas y azules, que ondean orgullosas, vertiginosas.

La Macroplaza se desborda sobre las calles contiguas y los pasos a desnivel, donde el desfile de carros (algunos, casi alegóricos) no cesa de pitar y clavados en sus ventanas bailan incesantemente los estandartes. La fila parece no tener fin, y desde el fondo de la avenida, el canto refulge: “Vamos, Ti-guer-es / te quiero ver / campeón / otra vez”.

El huracán de la Explanada de los Héroes adquiere fuerza conforme la caballería llega desde la Calle Juan Ignacio Ramón, o desde la Explanada de Santa Lucía. El vaivén de las banderas acompaña la ola expansiva de saltos que se abre 10 metros a la redonda. Tienen que sortearlo los coches de esquites y hot dogs, que se abren espacio a punta de gritos y amenazas de atropello por el niñato que los guía.

El hecho no saltar podría acarrear dudas a la fidelidad futbolística y a la orientación sexual del aludido “Poropopó, poropopó, el que no salte es ‘rayado’ mari…”. ¿Rayados? Sí, tres valientes mujeres se asoman al entrar a la Explanada desde los túneles, pero pasan desapercibidas. “Están tan contentos que ni se fijan en nosotras”, se aliviaron.

En el corazón el huracán es ahora una bengala roja, una flama encendida para mantener con vida el jolgorio, aunque esté condenado a terminar pronto. A partir de las 11 de la noche, la afición ha comenzado a despedirse de la Macroplaza. Hay que ahorrar energías; a las 11 de la mañana comenzará a juntarse la caravana que marchará desde el Estadio Universitario hasta el Palacio de Gobierno. Mientras la gente enrolla las banderas, las gorras con la silueta fosforescente del tigre cuestan 20 pesos más que hace una hora. “La gorra del campeón, lleve la gorra del campeón”. Brilla. Como la bengala que mantiene vivo el canto.

La noche quedará atrás pero el campeonato conseguido con la sangre del eterno rival será, acaso, el recuerdo más placentero para esta afición. Para Yahir, el triunfo le sirve a Tigres para reclamar el terruño como propiedad: “Rayados ni se para en la ciudad. No hay cupo para ellos. Que se vayan. Nuevo León es de Tigres (…) Somos el quinto grande, aunque en México (Ciudad) digan que no, aquí lo estamos demostrando con campeonato” Gabriela, menos incendiaria, también está realizada: El campeonato es lo mejor que me puede pasar. Año tras año estamos en la final. Es el plantel más caro, el mejor el mundo. Para mí ser tigre es la mejor herencia que me dejó mi padre, desde niña que voy al estadio. Es muy especial para mí”.

La bengala se apagó y la afición se marchó a sus casa. Pero, en realidad, para los ‘Incondicionales’ el 10 de diciembre de 2017 nunca se apagará.