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Polémica

Protestas sin precedentes en la NFL contra Donald Trump

Los dueños de las franquicias, los entrenadores y los jugadores de la liga se han unido como un sólo hombre para atacar al presidente de Estados Unidos.

NFL Football - Jacksonville Jaguars vs Baltimore Ravens - NFL International Series - Wembley Stadium, London, Britain - September 24, 2017   Jacksonville Jaguars owner Shahid Khan links arms with players during the national anthems before the match   Action Images via Reuters/Paul Childs
PAUL CHILDSAction Images via Reuters

Pocas instituciones hay en Estados Unidos tan poderosas como la NFL. Es la liga del deporte más seguido del país. Con muchísima diferencia. Es la competición más rica del planeta porque los americanos la consumen sin medida. Y, además, aún teniendo predicamento en todas las capas sociales y grupos imaginables, lo cierto es que entre las personas de ideología conservadora es casi una religión. Muchas de ellas son votantes de Donald Trump.

Es por eso que la pasada de frenada del Presidente de los Estados Unidos de América, llamando "hijos de p..." a los jugadores que decidieron mostrar su desacuerdo con la situación racial del país arrodillándose o sentándose ante la interpretación de su himno nacional, le puede costar muy caro en términos de popularidad.

Porque Donald Trump ha consguido dos milagros a la vez: unir a todas las fuerzas de la NFL, en permanente guerra entre ellas, y mostrar su total y absoluto rechazo al Presidente de los Estados Unidos, cuando hablamos de una liga de una corrección exquisita con la ortodoxia política de Norteamérica.

Empecemos por los propietarios de las franquicias. Muchos de ellos, como Robert Kraft de los New England Patriots, o Shad Khan de los Jacksonville Jaguars, contribuyeron a la campaña de Trump para ser presidente. Fueron muchos más, y casi todos ellos han mostrado ya su más absoluto rechazo a las palabras de Trump. Y no sólo a las formas, al muy grosero insulto, sino al fondo. En docenas de comunicados oficiales, los dueños de los equipos han defendido el derecho de cualquier jugador de la liga a expresarse de la forma que estime conveniente, y han abrazado la idea de que sus empleados protesten contra el himno nacional.

Khan ha ido más allá: él mismo, en primera persona, bajó al césped con su equipo en el partido de Londres contra los Baltimore Ravens y se enlazó con el brazo a ellos. Es imposible mandar un mensaje más claro, uno que dice que no sólo no los va a despdir por su comportamiento, como exigía el Presidente, sino que iba a abrazarles en unidad con sus reivindicaciones.

Los periodistas y analistas de todas las cadenas que cubren la NFL han sido unánimes. Rex Ryan, por ejemplo, antiguo entrenador de los Buffalo Bills y los New York Jets, fue uno de quien más abogó por el voto a Trump. Incluso fue a mítines a pedir el voto por él. Hoy le ha retirado el apoyo y ha sido muy duro al decir que se sentía traicionado.

Muchos equipos han discutido qué hacer durante horas. Los Pittsburgh Steelers y los Seattle Seahawks piensan en ni estar en el campo durante la interpretación del himno. Los Bills estuvieron dos horas el sábado debatiendo, todos juntos, cómo comportarse. Los entrenadores, de forma unánime, les han dado todo el apoyo en sus decisiones.

Aaron Rodgers ha publicado una foto en Instagram en la que deja caer que se va a arodillar junto a sus compañeros y Tom Brady, amigo personal de Donald Trump, le ha respondido con un gesto de fuerza, de unión, de que está con él.

No hay precedentes para esta unión. No hay precedentes de la NFL atacando de forma tan virulenta el Presidente de los Estados Unidos. Esta liga no es como la NBA, no lo ha sido en tiempos recientes en lo que a implicación política se refiere, y no se la recuerda tan agresiva como un todo al sentirse atacada en lo más hondo de su esencia.

Donald Trump es un personaje controvertido que se ha especializado en ofender gratuitamente a un montón de colectivos. Hacerlo con una fuerza tan enorme como es la NFL, que mal que bien estaba más de su lado que en contra, no parece lo más inteligente. Lo que se ha encontrado enfrente el Presidente de los Estados Unidos de América es a la mayor liga de su país unida en su contra, sin fisuras, sin medias tintas, y con un montón de sus antiguos aliados muy cabreados.