Confusión con Íñigo Martínez
De dar su fichaje por hecho por su cláusula, 32 millones, el Barça ha pasado a filtrar que no interesa. La buena relación entre Bartomeu y Aperribay deja el caso abierto.
El caso de Íñigo Martínez (Ondarroa, 1991) es el mejor botón de muestra de las dudas del área deportiva del Barça con su proyecto. Animado por el gusto que le profesa su entrenador, Ernesto Valverde, y necesitado de un cuarto central por las dudas sobre Marlon y las lesiones de Vermaelen, el club azulgrana se puso en contacto con el tío del central de la Real para comunicarle su intención de ficharle. Con Iñaki Ibáñez en labores de intermediación, la respuesta de la Real fue clara desde el principio: Íñigo valía 32 millones de euros de la cláusula de rescisión. La Real no se cerró en banda siquiera a que algún futbolista entrase en la operación si el precio de mercado del futbolista y el dinero ofrecido por el Barça llegada a esa cantidad.
Durante días, en San Sebastián se dio por hecho el traspaso, aunque la ausencia de Íñigo Martínez en el vuelo a Inglaterra para jugar ante el Watford no tenía nada que ver con la negociación: el futbolista pidió a Eusebio no viajar para terminar de completar su puesta a punto ya que terminó la temporada pasada con una rotura de fibras. Por el camino, el Barça pareció cambiar de opinión. 32 millones le parecieron muchos y decidió filtrar que Íñigo ya no es una preferencia para el club azulgrana, que podría esperar a que el Palmeiras quedase eliminado de la Copa Libertadores para ejecutar la cláusula de 9 millones de euros que el Barça tiene para quedarse en propiedad a Yerry Mina.
El caso Íñigo Martínez, sin embargo, no está cerrado. La relación entre los dos presidentes, Jokin Aperribay y Josep Maria Bartomeu, es óptima. Bartomeu sabe que el futbolista vale 32 millones-Eso sí, el futbolista, que ilusionado con un grande pidió en su última renovación que su cláusula no se disparase aunque garantizó dejar un buen pico en la Real, no quiere ni de lejos salir mal del club que quiere. Líder de la Real, recién casado a final de mayo con una chica de Ondarroa, lo que no quiere es salir por la puerta de atrás con un pago de la cláusula el último día de mercado. Su caso es el mejor ejemplo de la ceremonia de la confusión que reina en el Barça.