De ex jugador de la NFL a agente del Servicio Secreto
Kevin Youngblood jugó solo un partido con los Falcons y ahora es miembro de seguridad de la Casa Blanca.
No hay muchas personas que conozcan a Kevin Youngblood, al menos no por su primer trabajo desde que salió de la Universidad de Clemson. Eso lo convierte en la persona perfecta en su empleo actual: miembro del Servicio Secreto.
Youngblood estuvo en la NFL durante parte de cuatro temporadas con Atlanta, Carolina y Tampa Bay. Decir que fue jugador es mucho. Graduado de la Universidad de Clemson en 2003, solo participó en un encuentro con los Falcons en 2006 y se fue con las manos vacías. Ni una sola recepción.
Con 1.96 metros de estatura y 95 kilogramos de peso, Youngblood tenía las capacidades físicas para ser receptor en la NFL, solo le faltó talento, suerte o la vocación para destacarse. Él mismo se dio cuenta de ello después de una temporada en la Arena Football League. Era momento de buscar un nuevo oficio.
Pero su vocación lo encontró a él, llamándole desde el otro lado del televisor mientras veía un reportaje sobre las funciones del Servicio Secreto.
Aparentemente, Youngblood no es el único exjugador de football que es encargado de la protección de instalaciones federales, pues cuando terminó el programa, le llamó a otro exjugador de Clemson, Billy Davis, quien ha sido agente del Servicio Secreto durante casi dos décadas.
Con la capacidad física que viene con una vida dedicada al football, Youngblood no tuvo problema para cumplir con el año de entrenamiento y capacitación y en 2009 fue asignado a la división uniformada.
De no tener recepciones en la NFL, a trabajar en la recepción de la Casa Blanca. Nada mal.
“Definitivamente creo que el football me preparó mentalmente para lo que hago hoy en día”, reconoció el exjugador al diario The Post and Courier. “El football me ayudó mucho con las dobles sesiones diarias de prácticas, y el trabajo de protección es muy similar al de la línea ofensiva, donde nos aseguramos de que no nos interrumpan en nuestra labor”.
No, Youngblood no camina de traje junto al presidente ni es la nueva versión de Bruce Willis en “The Last Boy Scout”, pero en los ocho años que lleva en el cargo, tiene varios capítulos memorables. De entre todas las misione extranjeras, asignaciones confidenciales y demás trabajo, hay dos momentos que destacan en su mente.
Una de sus primeras asignaciones fue trabajar en la segunda toma de protesta del presidente Barack Obama: “Fue un día muy largo. Creo que fueron 24 horas seguidas, pero fue muy emocionante”.
Una de las más recientes, fue trabajar en la puerta de la Casa Blanca durante el pasado 12 de junio, cuando el equipo de su alma mater, Clemson, visitó al mandatario Donald Trump como campeón colegial. Ahí pudo revivir sus días en el emparrillado.
“Estaba buscando al coach (Dabo) Swinney. Quería asegurarme de que la primera sonrisa que viera al ingresar a la Casa Blanca fuera la mía”, dijo Youngblood sobre Swinney, actual entrenador en jefe. “Fue un gran momento para los dos. Fue mi coach de posición en Clemson y pasamos juntos por muchas cosas. Compartir ese momento fue algo surreal para los dos”.
En un momento en el que muchos atletas de raza negra se niegan a visitar la Casa Blanca, uno de ellos va a diario. Trabajo, le llaman.