La selección alemana durante un entrenamiento en Sochi (Rusia). ARMANDO BABANIEFE
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Tres episodios fatídicos del fútbol mexicano (1978, 1986 y 1998) están musicalizados por Wagner y protagonizados por Rummenigge, Schumacher y Bierhoff. En Sochi, la selección de Juan Carlos Osorio tendrá una oportunidad histórica para exorcizar a los espectros malignos; México nunca ha eliminado a Alemania en un torneo FIFA mayor (sigue el partido en directo en AS.com). De paso, el colombiano, blanco predilecto del fuego mediático en México, busca un golpe de mando en tiempos de debate sobre rotaciones, estética y pragmatismo.
El debate en la víspera ha girado en torno a la “inexperiencia” de la juvenil Alemania de Löw, el promedio de edad más bajo de la Copa Confederaciones (23.8 años). Osorio ya advirtió de la peligrosidad del argumento: la juventud no es sinónimo de bisoñez. Löw tampoco canta victoria antes de tiempo y rindió pleitesía al Tricolor, que le dejó una grata impresión desde el vibrante 4-3 que ambos equipos escenificaron en el partido por el tercer lugar de la edición 2005 de este torneo, hace 12 años exactos.
México deberá hacer frente a la ausencia de dos baluartes: Diego Reyes, por lesión, y Andrés Guardado, por acumulación de amonestaciones. Como potenciales suplentes se asoman Néstor Araujo, para competir con la fortaleza de Timo Werner, y Marco Fabián, con su buen pie educado en el Eintracht Frankfurt. En el ojo del huracán, Chicharito, máximo goleador histórico de los verdes, ausente desde su cabezazo contra la Portugal de Cristiano, y la fantasía de Draxler, aspirante a revivir los recuerdos de Rummenigge, Schumacher y Bierhoff.
