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New York Jets

Si los Jets "tankean" no será por Sheldon Richardson

El defensive tackle del equipo de Nueva York ha vuelto a poner de manifiesto lo evidente: perder a posta sólo lo hacen los general managers.
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Si los Jets "tankean" no será por Sheldon Richardson

Somos legión los que consideramos que Mike Maccagnan, general manager de los New York Jets, está haciendo todo lo posible para que su equipo tenga una de las primeras elecciones del draft de 2018 y, de esa manera, poder hacerse con un quarterback franquicia. Los Jets van a la deriva desde la campaña pasada, que fue todo un fiasco, y en el horizonte aparecen cuatro chavales que desde junio de 2017 (o sea, desde el infinito y más allá) parecen estupendos para ser elegidos en abril de 2018 y que te hagan ganador en, pongamos, octubre de 2020 (ya hay que tener fe, amigos), así que su jefe en los despachos quiere ese caramelito.

De ahí que se esté asociando a los New York Jets no sólo con ser un mal equipos sino también con el concepto del deporte norteamericano: el tanking. Es decir, el perder a posta para tener mejores opciones en el draft. Un asunto feo, desagradable, cobarde en mi opinión y que, esto es sólo mi pensamiento, da bastantes menos réditos de los que parecen a simple vista porque perder lo que suele llevar es a perder aún más, pero dejémoslo ahí.

Le han ido con este mismo cuento a una de las estrellas del equipo y ésta ha respondido de la única manera imaginable. En concreto, Sheldon Richardson ha sido preguntado sobre si los Jets van a "tankear" este año y su respuesta ha sido contundente: "¿Pegarme con los rivales, pasarme trabajando catorce horas al día en los campos de entrenamiento, saltar al campo para dejarme perder? Esas chorradas sólo se pueden decir desde fuera del vestuario".

Y es que es evidente que ningún profesional en su sano juicio, ya sea jugador o entrenador, quiere perder partidos. Primero porque si tienes esa mentalidad en algún momento de tu vida te van a cazar y o vas a progresar en tu profesión, por lo que llegar a la máxima cima del profesionalismo es un imposible. Segundo por el ego inherente a todo competidor. Y tercero, y lo más importante de todo, porque hay que estar muy ciego para ver que si pierdes muchos partidos el puesto de trabajo que está en juego es el tuyo.

Pongamos de ejemplo al propio Todd Bowles, entrenador de los Jets. ¿De verdad alguien cree que puede sobrevivir a una temporada con tres o cuatro victorias? No. Así que su motivación para perder partidos es cero. Y como él todos y cada uno de los jugadores de la plantilla.

Lo que sí es cierto es que las decisiones desde los despachos, las tomadas por Maccagnan, van encaminadas a tener un equipo de futuro, si me aceptáis el eufemismo. Ha prescindido de veteranos como Eric Decker, Brandon Marshall, Nick Mangold, Darrelle Revis, David Harris o Ryan Fitzpatrick a cambio de... muy poca cosa. Es cierto que en la lista anterior hay nombres que ya hacían más mal que bien en la plantilla y en el campo, pero la sensación que flota por encima de los Jets es que su general manager quiere hablar de 2018 y que esta temporada no les interesa.

Mal asunto para los que tienen que jugarla, claro. Mal asunto porque, y de esto estoy convencido, nadie quiere perder, y mucho menos a conciencia y como objetivo. Ni Sheldon Richardson ni ninguno de sus compañeros. Ni Todd Bowles ni ninguno de los miembros de su equipo. Y permitidme añadir que tampoco ningún aficionado que de verdad quiera a su equipo y le siga todas las semanas. "Tankear" sólo le interesa a los general managers.