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NFL Draft 2017

De cómo Dak Prescott ha de ayudarnos a no creer en el Draft

El quarterback de los Dallas Cowboys sirve de ejemplo para tener en mente, siempre, que el proceso de selección de jugadores NFL no es ciencia.

De cómo Dak Prescott ha de ayudarnos a no creer en el Draft

Al finalizar esta semana, todos los equipo de la NFL serán mejores que hoy. Todos, sin excepción, habrán sumado un puñado de jugadores jóvenes que, por supuesto que en grados muy diferentes, servirán para que la plantilla sea superior a la que es hoy. Con todo lo que se ha escrito, muy justamente, sobre los fracasos de los Draft, muy poco se suele decir que raro es el caso de la franquicia y la promoción en la que no se encuentra algo útil.

De la misma forma, al concluir esta semana todos los equipos de la NFL tendrán en sus filas a alguien que parecía que iba a ser la próxima gran estrella de la competición y se va a quedar en nada. Al punto de que no va a estar en la liga dentro de tres o cuatro años. También es una verdad estadística que no conoce excepción. Sólo el 56% de las elecciones de primera ronda acaba siendo titular el primer año en su equipo, no olvidemos eso.

El arte de draftear bien reside en el punto medio entre los dos párrafos anteriores. Y digo arte a conciencia, ya que tratamos de vender todo el proceso como una ciencia cuando, realmente, esto pertenece más al ámbito de las humanidades. Que tal jugador o tal otro acaban triunfando en la NFL tiene tanto que ver con sus características medibles, su físico, como con cosas tan poco predecibles como la ansiedad, ilusión, capacidad de superación, sucesos personales, empatía con sus entrenadores, entendimiento con sus compañeros... la vida, vamos, la vida en su sentido más amplio.

Sirva este artículo para aportar perspectiva al respecto. Porque hemos tenido muchos ejemplos de los anterior, centenares de ellos, a lo largo de la historia, pero hemos tenido uno el año pasado que lo resume todo. Y merece la pena ser contado.

Dak Prescott y los Dallas Cowboys

Hace justo un año, un par de días antes del Draft de la NFL, de Dak Prescott, quarterback de la universidad de Mississippi State se decía lo siguiente:

Su precisión en los pases intermedios y largos deja mucho que desear. Su juego de pies es un espanto y necesitará mucho trabajo. No sabe jugar detrás del center. Su tendencia a correr sin protección es un enorme riesgo. No pasa en ventaja para sus compañeros, o busca una posición en la que puedan ganar las batallas aéreas, sino que pasa directamente al receptor. Lento en la progresión de lecturas de las rutas. Comparable a Tim Tebow. 

Y ¿sabéis qué? Todo eso era verdad. Era lo que se veía en su carrera, sobre todo en un 2015 decepcionante en el que su línea ofensiva no le ayudó nada. Los analistas esperaban que saliese en cuarta ronda, muy por detrás de los quarterbacks más renombrados, y así fue.

Los Dallas Cowboys le eligieron en el puesto #135. Fue el octavo QB seleccionado. Y a nadie extrañó.

Lo que siguió a continuación es igual de conocido. Una temporada magnífica en la que consiguió la titularidad merced a la lesión de Tony Romo, pero que ya no la soltaría. Jugando con mucho criterio, con momentos de brillantez, y dejando poso de tipo sensato que sabe aprovechar una OL magnífica un corredor único en la figura de Zeke Elliott. Rookie ofensivo del año. Pro Bowl. 104,9 de quarterback rating. 23 touchdowns por 4 intercepciones. 3667 yardas aéreas.

Boom.

Los Dallas Cowboys acertaron de pleno ¿verdad? Pues claro que no. He ahí la gran moraleja de la historia, que es evidente que los Cowboys se encontraron al jugador igual que todos los demás expertos, igual que todos los demás equipos. Jerry Jones casi llora de desesperación al no poder hacerse con Paxton Lynch en la primera ronda, a dónde peleó por llegar hasta que los Denver Broncos se le adelantaron. La war room de Dallas estalló de rabia cuando, al inicio de la cuarta ronda, los Oakland Raiders les arrebataron a Connor Cook. Ambos estaban por delante de Prescott en sus estimaciones.

No existe tal cosa como la ciencia del Draft. El estudio y el análisis es importante. No, miento, es crucial. Es absolutamente imprescindible y es un porcentaje notable del éxito o el fracaso en todo el proceso. Pero la verdad final, absoluta, lo que separará a unos de otros, tiene que ver con factores que nadie domina. Ni siquiera los individuos. Tiene que ver con la vida de cada cual, con cada equipo, con cada circunstancia del camino, con cada snap y con cada proceso emocional, psicológico de cada persona.

Tengamos eso en cuenta cuando el lunes estemos, de nuevo, al principio de la rueda de las expectativas y los sueños. En todas las franquicias. Con todos los jugadores.