Luis Enrique se va del Barça frustrado y de 'puntitas'
El todavía técnico del conjunto blaugrana se podría despedir con las manos vacías tras la eliminación en Champions, incluso este fin de semana si pierde el Clásico.
“Me acordaré por los siglos de los siglos de lo que pasó en Turín”. Luis Enrique llegó a la sala de prensa del Camp Nou frustrado y abatido. Con su psicólogo, Joaquín Valdés, escuchándolo desde un discreto sitio y cuchicheando con uno de sus ayudantes. Era el final del técnico asturiano en Europa. Se marcha de la Champions con un balance de 24 victorias, 3 empates y 6 derrotas. La mitad de las mismas se han producido este año. 3-1 en Manchester, 4-0 en París y 3-0 en Turín. Unos números pésimos lejos de Barcelona, imperdonables para un equipo que aspiraba a todo y que otro año se quedará sin Champions.
Así, Luis Enrique se marcha puntillas de la competición, a la que ya no volverá probablemente hasta la temporada 2018-19 cuando inicie una nueva aventura en los banquillos. Su aparición en la Champions fue impactante. La conquistó en su primer año como técnico después de conquistar el campo del City y el del PSG, donde muy simbólicamente ha perdido este año. Aquel Barça que pareció tambalearse en Anoeta eliminó a los campeones de Inglaterra, Francia, Alemania (Bayern) y Italia (Juventus) para ser campeón en la final de Berlín. Se desató aquel Barça con algunas variables tácticas. Messi regresó a la derecha para permitir jugar a Suárez en el centro y el uruguayo lo agradeció con goles decisivos en octavos, cuartos y la final de Berlín. Aquella temporada el Barça sólo perdió dos partidos en la Champions ante el PSG en París y en la vuelta de la semifinal ante el Bayern.
La temporada pasada el Barça se estrelló con el Atlético. Cansado, e impotente ante el muro de Simeone, fue eliminado en cuartos de final después de ganar la ida 2-1 y perder 2-0 la vuelta. En octavos había dejado fuera al Arsenal. Ante los colchoneros perdió su único partido del torneo, pero quedó fuera del camino hacia Milán. Este año ha sido el peor para el asturiani, incapaz de controlar los cambios de humor de su equipo, tan pronto capaz de hacerle siete al Celtic y cuatro al City como de hacer el ridículo en París o Turín. Demasiada irregularidad para tomarse en serio su candidatura al título.
No se puede decir que Luis Enrique no lo intentase. Lo agitó todo y hasta última hora. Cambió el sistema y consiguió una reacción parecida un milagro ante el PSG. Al menos, dejará como legado de su última temporada el 6-1, que quedará para siempre en los libros de la Champions. Pero para “un luchador” “de genética asturiana como Pelayo” como se definió este mismo miércoles Luis Enrique, eso no es suficiente. Siempre recordará la maldita primera parte de Turín, y no tener la llegada suficiente para controlar los picos de sierra de un equipo que se ha convertido en una montaña rusa y que acabó con un tratado de impotencia ante la Juventus. Amargo final para Luis Enrique.
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