México vence a España en Copa de Leyendas
El representativo del Fútbol Mexicano se impuso gracias a los goles de Braulio Luna, Francisco 'Kikín' Fonseca y Daniel Osorno.
Los partidos "de leyendas", exhibiciones, 'chiringuitos', 'cascaritas de veteranos', o llámense como se llamen, están activados por un poderosísimo agente emocional denominado "nostalgia". La remembranza, la memoria, los tiempos pasados que no necesariamente eran buenos, pero eran pasados; la mente forma conexiones entre las sensaciones con los recuerdos: su perfume en la primera cita, la canción de bodas, el gol que descorchó una borrachera de días. Ese fue el motor de la 'Copa de Leyendas', disputada en un Nemesio Diez a medio llenar, en el marco de la inauguración de las oficina de LaLiga en México y de los 40 años del reestablecimiento de las relaciones bilaterales entre México y España.
Partidos como estos también sirven para ilustrar cabalmente la crueldad del paso del tiempo. Pero también tienen una función reivindicativa que tiene el tiempo mismo como agente: la esencia es imbatible al paso del tiempo; hay cosas que nunca cambian. La elegancia de Francisco Pavón, el filo de Ramón Morales, el tesón de Borgetti, la clarividencia de Gaizka Mendieta, las aptitudes ladronzuelas de Marcos Senna. El talento le puede al cuerpo rendido. Fue Gaizka, precisamente, el encargado de poner el arte, como en antaño: una parábola, como un trazo de Dalí, que cayó tras Félix Fernández. La respuesta mexicana fue exprés, Braulio Luna culminó, a primer poste, una incursión imaginada por él y Morales. Siguió el jolgorio en la fría noche toluqueña: tacos de jamón serrano, pinchos de cochinita pibil, tintos de verano con una pizca de tequila; una chilena de Morientes, de las que en el Madrid solo practicó en Valdebebas; un bombazo de Luna, aún apto para tomar los controles, digamos, del Valencia...
El campanazo de Rubén de la Red, la rodilla más trágica de España, abrió el segundo tiempo. Su cabezazo ante Grecia en la Euro 2008 no fue un bosquejo de su futuro entre algodones. El poderío de su pierna derecha es la encarnación del "qué hubiera sido". La nostalgia también se conjuga en "hubiera". Jorge Campos, quien heredó el histrionismo de La Volpe en la dirección técnica, dio juego a 'Kikín Fonseca' y 'Zague' quienes dinamitaron el partido. 'Kikín' remató, agachado en el área chica, a contrapié de Koke para el empate a dos, mientras Osorno, nuevo prometido (entregó el anillo de bodas al medio tiempo) arrancó desde el medio campo, salió avante de los rebotes y definió a la derecha del portero. Regalo de compromiso. Y siguió el jolgorio. Senna hizo inmolar el travesaño, Claudio Suárez fue ovacionado y no tuvo reservas para jugar cada pelota como si fuera la final de una Copa del Mundo, Félix Fernández malabareó para recordar sus buenos viejos tiempos. Tras el final de los 80 minutos de juego, una tanda de penaltis (innecesaria, por el 3-2 a favor de las leyendas mexicanas), confirmó la superioridad de los verdes. El jolgorio de la nostalgia.