Cuando Bakero metió el gol imposible, mi yaya cogió una cacerola y un mortero y como una loca empezó a gritar y darle al manubrio y así cientos de miles de personas.
Cuando Iniesta metió el gol mágico que nos llevaba a Roma, con Borja estallamos y casi nos cargamos el pobre bar pakistaní de Gracias en Barcelona y millones de personas también lo hicieron.
Ayer, muchos, miles, tendrían que empezar pidiendo perdón a los jugadores del Barça.
Todos ellos no se han enterado que estos jugadores son campeones, que somos campeones.
Que ya no somos el Barça de la final de la copa de Europa de Sevilla.
Somos el que empezó Cruyff, siguió Rijkaard, catapultó Guardiola y moldeó Luis Enrique.
Somos lo que soñamos y precisamente porque no sabíamos que era imposible, ayer, remontamos y como dijo Luis Enrique: "esto es un deporte de chalados"
Remontamos porque:
Por fin, podremos explicar dentro de cuarenta años, los siete minutos de éxtasis que vivimos, de la agonía al llanto, de la mediocridad absoluta a la heroicidad, de perder o ganar, de conformarse, con luchar hasta el último segundo, de sufrir para ganar, de creer hasta hacer...