El Leganés ganó su segunda final consecutiva por la permanencia después de vencer al Granada por la mínima gracias a un tanto en el 84’ de Darwin Machís, futbolista propiedad de los nazaríes. Los pepineros se distancian cinco puntos por encima del descenso que marcan los andaluces. La escuadra de Alcaraz fue, en Butarque, un equipo pobre que buscó con descaro el empate y acabó perdiendo una de las pocas ocasiones que tenía, lejos de casa, de arañar puntos a un rival directo. El Granada sigue siendo el peor visitante de la Liga, suma ya 19 visitas encajando al menos un gol y continúa en descenso a un punto de un Depor que juega mañana contra el Sporting.
Poco espectáculo prometió un arranque de roles muy definidos. El Lega se enfundó el disfraz de dominador. El Granada, el de sometido. A los nazaríes les gustaba su identidad. Disfrutaban agazapados mientras su rival movía la bola a su antojo. Ni presión, ni dominio del esférico, ni contras peligrosas… Parecía más una mañana de albañilería que de fútbol, con los andaluces empeñados en construir un muro con el que disipar el miedo de llevarse un zarpazo pepinero.
Tan metidos estaban en el papel, que incluso se dedicaron a perder tiempo en jugadas aisladas. Y, obvio, no tiraron a puerta. Cero remates. Insólito. El Leganés tardó en darse cuenta de las intenciones enemigas y en cuanto lo hizo, puso toda su maquinaria futbolera a crear juego. Lo destilaron con delicadeza en el centro Erik Morán y Rubén Pérez mientras El Zhar y Szymanoski se aliaban con el viento para ser fríos cuchillos veloces en los costados. Pero a este Lega le sigue faltando pegada. Rondó el área, forzó un par de atajadas de Ochoa tras centros con peligro, pero disparos, lo que se dice disparos solo hizo dos. No era un buen panorama.
El pálpito lo disolvió el ímpetu efe un Lega desatado tras el descanso. Los pepineros sumaron cinco claras ocasiones en apenas tres minutos. Del 55 al 58 fueron un huracán. Primero lo probó Erik Morán. Luego Mantovani. Le siguió Guerrero, de nuevo Mantovani y por último, El Zhar. No había forma. El muro seguía firme hasta rozar el descaro. Al Granada no le interesaba nada que no fuera defender. Sus pérdidas de tiempo se hicieron eternas. Y el Lega, a lo suyo. El Zhar tuvo de nuevo la más clara en el 61’ tras un pase al hueco de Szymanowski. Ochoa la rechazó antes de que el franco marroquí volviera a probar con otra nueva ocasión. Marró. No parecía su día. El mexicano se multiplicó para despejarlo todo.
Fue entonces cuando el Granada trató de estirarse un poco. Mero espejismo. Wakaso hizo el primer remate a puerta en el 73’. Llegó de falta. Entonces llegó el tiempo de los cambios y con ellos, una nueva oleada de ataques del Leganés a lomos de Machís. El venezolano, propiedad del Granada, multiplicó la tortura de Cuenca (mal de carrilero diestro) y acabó siendo la pesadilla de los nazaríes cuando, en el 84, el Lega aprovechó una de las pocas intentonas visitantes.
Un córner andaluz acabó en contra madrileño y en las botas de Luciano. En la zona del extremo diestro. El brasileño la metió al hueco para que Erik Morán se quedara solo delante de Ocho. El mediocentro no se la jugó y abrió para que desde atrás, Machís fusilara por bajo a Ochoa.
El gol disparó la euforia en Butarque mientras el venezolano se contenía pidiendo perdón a los suyos. No celebrando el gol que puede que hunda en Segunda al equipo al que pertenece. El Granada recuperó el pulso, aceleró el ritmo y trató de empatar sin argumentos un partido que perdió desde el minuto uno buscando un empate que jamás llegó.