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Lo siento, Atlanta, pero los Falcons siguen siendo los Falcons

Ay, los Falcons...

Este lunes 6 de febrero de 2017 ha amanecido con la sonrisa de Tom Brady por todos los lados.

De las portadas de los periódicos a los titulares de las webs deportivas, son cientos (o miles) de artículos los que encumbran al quarterback de los Patriots como el mejor de todos los tiempos y el gran héroe de la remontada histórica de los New England para ganar a la Super Bowl LI.

Pero... hay que decirlo claro, compañeros: si fuera contra cualquier otro equipo de la NFL, los Patriots no ganaban este partido ni con la Madre Teresa de Calcuta obrando milagros como quarterback.

Los Patriots sólo han ganado porque jugaban contra los Falcons.

Y los Falcons, bueno... fueron los Falcons. Lograron perder el partido más sentenciado de la historia de las Super Bowls. La derrota más Atlanta de la hoy todavía más miserable historia deportiva de la capital de Georgia.

Una ciudad que, no fuera por el solitario campeonato de los Braves en 1996, no tendría ningún título de ningún deporte profesional estadounidense.

Por algo será.

Nunca nadie había perdido una Super Bowl tras estar ganando por 10 puntos o más.

Poco se habla del gafe deportivo de Atlanta, en gran parte porque existe al norte una ciudad llamada Cleveland que se lleva toda la fama.

Pero tras la hazaña histórica de ayer al regalar un partido que iban 25 puntos por delante a menos de 17 minutos para el final, yo creo que Atlanta dio un importante paso hacia el liderato del ranking americano de los más gafados.

Los Falcons tenían Matt Ryan, el mejor jugador de la temporada, que hizo un partidazo. Tenían al mejor ataque de la liga liderado por el mejor coordinador, que dirigió un partido prácticamente perfecto. Una defensa joven que logró sackar Tom Brady cinco veces y le hizo parecer humano durante tres de los cuatro cuartos del encuentro.

Si miras los números, las estadísticas, Atlanta fue mucho mejor. El problema es que el fútbol americano es muchísimo más que estadísticas.

Existe lo sobrenatural.

Y si miras las estadísticas de lo sobrenatural, cuando sumas el saldo negativo acumulado de suerte de Atlanta con el positivo de Boston, con la predestinación de Brady y Belichick, el resultado no deja duda: Atlanta va a meter la pata siempre.

Y ayer la metió. Cómo nunca nadie había metido en la historia de la NFL.

Enhorabuena, Atlanta Falcons. Lo que habéis hecho ayer será difícil de repetir.