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Cinco cosas que pienso

¿Tendrían tanto éxito los Patriots si estuvieran en la NFC?

Sin restar un ápice a los méritos de su dominio en su propia liga, es divertido analizar si serían capaces de conseguirlo en la otra.

La magia de Bill Belichick no conoce límites en los New England Patriots, pero la duda está en si sería capaz de haber logrado lo mismo en la NFC.
Jim RogashAFP

Pase lo que pase en la Super Bowl, lo realizado por los New England Patriots esta temporada –deflategate aparte- quedará marcado con letras de oro en la historia de la NFL. Jamás un equipo (ni los Cowboys de Landry, ni los Steelers de Noll, ni los 49ers de Walsh, ni los Bears de Ditka, ni los Giants de Parcells…) había logrado llegar a seis finales consecutivas de su conferencia. Si alguien quiere hablar de regularidad en la historia del deporte, creo que no hay ningún ejemplo que supere a este equipo comandado por Belichick y Brady, la mejor pareja “entrenador-jugador” de todos los tiempos. En unos momentos en que en el deporte americano es prácticamente imposible repetir, debido al tope salarial, al draft y a la gran competitividad de la inmensa mayoría de las franquicias, New England sigue estando por delante de todos, presentándose una y otra vez en la final de la AFC, alcanzando su séptima Super Bowl en la era de Bill y Tom.

Sólo me queda una duda: ¿lo habrían conseguido los Patriots si, en lugar de en la Conferencia Americana, jugaran en la Nacional?

En la AFC, a las últimas 14 Super Bowls únicamente se han clasificado, además de New England, Pittsburgh, Baltimore y el conjunto en el que jugaba Peyton Manning, ya fuera Indianapolis o Denver. Sin embargo, en la Nacional todos los equipos con excepción de Dallas, Minnesota, Washington y Detroit han desfilado por la gran final de la NFL en las últimas 16 temporadas.

Está claro: aunque los ganadores de la Super Bowl se han repartido por igual en los últimos diez años, con cinco victorias para cada conferencia, llegar en la NFC es mucho más complicado ahora que en la AFC.

Es curioso, desde los inicios de la Super Bowl, la fuerza de las dos conferencias ha sido medida por los analistas. En un principio, a finales de los sesenta, por supuesto mandaba la Nacional, compuesta por los míticos equipos que escribieron las primeras páginas de este deporte a nivel profesional. Green Bay ganó las dos finales iniciales, pero sus duelos contra Dallas, en la final de la Nacional, Ice Bowl incluido, fueron mucho más encarnizados y famosos que los protagonizados en las dos primeras Super Bowl.

No obstante, llegó Joe Namath y lo cambió todo. A partir de la sorprendente victoria de los New York Jets sobre los Baltimore Colts en la tercera Super Bowl, la Americana tomó las riendas y fue ganando, con permiso de los Cowboys, una y otra vez, dominando con claridad los años setenta. Primero fueron aquellos Miami Dolphins que acabaron imbatidos y luego unos Steelers que conquistaron el título de la NFL cuatro veces en seis años.

Pero apareció otro jugador que marcó un punto de inflexión, esta vez a favor de la NFC. Un quarterback forjado en Notre Dame, llamado Joe Montana, cambió el curso de las cosas y el domino de la Nacional comenzó a ser aplastante. A la era Montana siguieron los duelos entre los propios 49ers y los Cowboys de Troy Aikman. Después apareció Brett Favre… Total que grandes quarterbacks de la AFC, como Dan Marino, Jim Kelly o Boomer Esiason, pasaron a la historia sin haber conquistado una Super Bowl. Otro de este grupo, John Elway, se negó a ser recordado como perdedor y, ya a finales de los noventa, consiguió ganar dos Super Bowls consecutivas para la AFC por primera vez en 18 años.

El relevó de Elway fue asumido por los dos más grandes rivales que ha dado el fútbol americano profesional: Tom Brady y Peyton Manning. Sus duelos épicos devolvieron a la Conferencia Americana a la cima, ganando a la Nacional no solo en títulos, sino también en audiencia televisiva durante la primera década del nuevo siglo. Nuevos quarterbacks han aparecido para contrarrestar el fenómeno liderado por Peyton y Tom. En la AFC, Ben Roethlisberger ganó dos Super Bowls, misma cifra lograda por el pequeño de los Manning con los Giants en la NFC. Un mito como Drew Brees consiguió un anillo con los Saints. Después vino Aaron Rodgers. Llegó Russell Wilson…

En fin, si tomamos ahora las plantillas de la NFL, si comparamos los duelos entre equipos de ambas conferencias en temporada regular, vemos que los mejores de la NFC dominan a los de la AFC. Esta campaña, teniendo solo en cuenta a los ocho campeones de división: Seattle ganó en New England, Dallas se impuso en Pittsburgh, Atlanta venció en Oakland y Green Bay doblegó a Houston…

¿Por qué se da este fenómeno? ¿Cómo es posible que en una NFL en la que no hay diferencias entre sus equipos (por ejemplo en la MLB hay reglas diferentes para la Nacional y la Americana) se produzca este hecho cuando todos los jugadores provienen del draft, los clubes tienen el mismo tope salarial…?

A mí, la respuesta que más me convence –aunque no tiene nada de científica- es que la competencia te hace mejor. Si te partes la cara cada temporada con rivales complicados, te mantendrás en un nivel más alto que si lo haces con oponentes más sencillos.

Pero, volviendo a la pregunta de inicio, creo que los Patriots de Belichick y Brady hubieran encontrado también la manera de tener el mismo éxito en una conferencia más dura, como es la NFC.

Cinco cosas que pienso:

1. Pienso que podía ser previsible que los Patriots llegaran esta temporada a la gran final de la NFL. Pero también pienso que si nos dicen que Tom Brady y Rob Gronkowski solo iban a coincidir en seis partidos de 18, más de uno hubiéramos dicho que New England no llegaría a esta Super Bowl.

2. Pienso que Ben Roethliberger tenía que haber hecho algo más que lanzar tres pases de touchdown en la postemporada si quería clasificar a los Steelers para la Super Bowl.

3. Pienso que Mike McCarty y Aaron Rodgers han realizado una fenomenal labor llevando tan lejos a un equipo tan diezmado por las lesiones como Green Bay.

4. Pienso que si pensamos en los dos grandes coordinadores defensivos de Pete Carroll en Seattle tenemos un perfecto ejemplo del que tenía madera de head coach, Dan Quinn, y el que no, Gus Bradley. Por cierto, los Chargers han hecho un gran fichaje convirtiéndolo en el nuevo responsable de su retaguardia.

5. Pienso que si fuera Kyle Shanahan, tendría paciencia y no aceptaría el puesto de head coach de San Francisco: un pastel goloso, pero envenenado.