Osweiler lidera a los Patriots hacia la final de conferencia
New England gana un partido a los Houston Texans en los que sufrieron más de lo esperado pero en el que contaron con la colaboración del QB rival.
Los New England Patriots jugarán su sexta final de conferencia consecutiva. Es un récord de la NFL, superando a los Oakland Raiders de John Madden. Es, por encima de eso, una barbaridad inexplicable en la era del espacio salarial y la igualdad extrema en la liga. Es algo que será difícil que volvamos a ver porque para ello hay que juntar a dos genios del calibre de Bill Belichick y Tom Brady en el mismo equipo.
Empecemos por ahí. Por los libros de números e historia de este deporte. En el partido que nos trae a esta crónica hemos tenido varios asuntos que referir al respecto. Amén de lo señalado, Dios Lewis se ha convertido en el primer jugador en la historia de playoff que anota un touchdown de retorno, uno de carrera y otro de pase. Y Tom Brady igualó a Brett Favre en mayor número de intercepciones en postemporada con 30; sumó dos más aquí.
Despachado este tema, vayamos al meollo.
Brock Osweiler.
No se me ocurre un nombre que explique más el por qué los New England Patriots han ganado por 34 a 16 a los Houston Texans. Puede parecer exagerado y, sin duda, lo es, como siempre que ceñimos el resultado de un partido de football a un individuo. Sí. Pero es que lo de este QB fue tan lamentable que no se me ocurre cómo un seguidor del equipo tejano no le va a señalar con el dedo acusador de aquí al fin de los tiempos.
Porque va a ser muy difícil que se les presente otra oportunidad de ganar en Fóxboro como la que acaban de tener. Su defensa completó el ABC de lo que hay que hacer para limitar a este equipo: ser capaz de presionar con los cuatro de adelante a Tom Brady y obligarle a soltar el balón sabiendo que viene el golpe. Y recibió muchos. Clowney y, sobre todo, Mercilus, jugaron un partido estupendo. Romeo Crennel, su coordinador defensivo, se sacó de la chistera varios trucos como fueron el situarlos en el centro de la trinchera y no en las esquinas. Sabido es que Brady sufre más con el pass rush central y bien que lo vimos: pases imprecisos, golpes, quejas a los árbitros...
Es cierto que acabaron con 34 puntos, los Patriots digo, pero un touchdown vino del referido retorno de Lewis y otro de una de las tres intercepciones de Osweiler en la que empezaron el drive en la yarda seis rival. Dos grandes drives, el primero del partido y el segundo tras el descanso, vieron los mejores momentos ofensivos del genio de la universidad Michigan; Edelman se llevó la mayoría de los balones, pasando con holgura de las diez recepciones y las 100 yardas, pero fue la explotación inmisericorde de las coberturas de un desesperado McKinney las que llevaron a White y a, de nuevo, Lewis, a anotar.
Dejadme volver a Osweiler. Decía que la defensa de los Texans estuvo enorme, a pesar de los puntos anotados. El ataque de Houston se encargó de boicotearlos y quitarles hasta la ilusión. De manera inane, con el front seven de New England esperando y anulando la carrera en todo momento, llevaron cada drive a terceros downs impoisbles. Y, en manos de Brock Osweiler, por un tercer down imposible me refiero a... un tercer down. No importó que fuera tercera y doce, tercera y siete o tercera y dos porque el resultado fue el mismo: la nada. El porcentaje de acierto en esa jugada crucial tendió a cero en la fase en la que el partido estuvo vivo.
La otra jugada, porque tampoco tienen más recursos, del ataque de los Texans es el pase a DeAndre Hopkins. Junto a Osweiler, no obstante, forman la pareja de la liga con mayor número de intercepciones. Para dejar constancia de la fiabilidad de sus estadísticas, se combinaron para otras dos. El QB, por su parte, quiso sumar una más en solitario al final del encuentro.
De verdad que el hecho de lanzar tres pases a los rivales no ejemplifica, ni siquiera en parte, lo mal que jugó Osweiler. Su confianza debe ser cero para lanzar tantísimos pases a los tobillos de sus compañeros, tantísimos melones imposibles a ningún sitio, tantísima impotencia de todos los suyos viendo el balón volar al espacio vacío.
Poco a poco, ante tanta inutilidad, la defensa fue apagando su empuje y, al mismo ritmo, los Patriots, entre bostezos interrumpidos por las quejas de Brady por la dureza enemiga, iban poniendo puntos. Cuando se quisieron dar cuenta estaban lejísimos en el marcador y habían pegado una paliza.
¿Una paliza, cuando jugaron de forma tan mediocre, con dos interecepciones de Brady, con un fumble de Lewis en un retorno que llevó al único TD de los Texans a manos de Fiedorowizc? ¿Una paliza en una ronda divisional ante un equipo que te ha dominado en defensa y ha expuesto tus miserias? Es lo que tiene ser los Patriots, sí, pero es también lo que tiene ser Brock Osweiler, el peor QB tilular de la NFL, de largo, y el tipo que ha liderado a los de New England a su sexta final de la AFC consecutiva. No lo va a disfrutar, claro, pero debería: no creo que tenga muchas más oportunidades de hacer nada en esta liga.