Los Raiders lloran la lesión de Carr en la victoria sobre Colts
Oakland sigue peleando por ser el cabeza de serie número uno en los playoffs de la AFC en la NFL, pero la lesión de su QB titular es un golpe mortal.
A falta de 10:55 para concluir el partido entre Oakland Raiders e Indianapolis Colts, Derek Carr se rompió. En una de las pocas, poquísimas, veces que su línea ofensiva fue superada por el pass rush de los Colts fue cazado en una posición extraña, con el tobillo derecho plantado en el suelo, y cayó con una cara de angustia que lo decía todo. Se echó la mano al tobillo, luego a la corva y, sin embargo, su cara seguía siendo lo más duro. Llamó a la banda, puso ojos de falsa serenidad, gritó que se había roto y, al cabo de cinco segundos, todas las emociones brotaron: lágrimas, desesperación, tensión. Fue llevado fuera del campo en brazos y, rodeado por compañeros y miembros del equipo técnico y médico, tapado con toallas, aguardó a que un carrito le llevase a hacerse pruebas de rayos X.
Cuando escribo esto no sabemos aún los resultados de esas pruebas. Cualquier cosa que no sea una seria rotura de algún ligamento o hueso del tobillo sería una sorpresa. Verle jugar esta temporada es muy poco probable.
Cualquiera de las demás cosas que pasaron en el partido han de incluirse en un apartado secundario. Incluido el resultado, de 33 a 25 a favor de los Raiders, y la consiguiente eliminación de los Colts de la lucha por el título esta temporada. También la pelea de Oakland por el bye de primera ronda de playoffs e, incluso, la aún real oportunidad de ser el cabeza de serie número uno. Todo ello es menos que la pérdida de Derek Carr.
Porque hablamos de un candidato a MVP que es el centro del juego de ataque de su equipo. Lo es por su talento y por la construcción del grupo y también porque su entrenador, Jack del Río, es averso al riesgo. Lo vimos, una vez más, cuando Matt McGloin salió al campo en sustitución de Carr y se limitó a cantar carreras tan evidentes que incluso la floja defensa de Indianapolis veía venir y podía parar. Tan sólo le dejó un par de pases que completó, el segundo de ellos en un tercer down a Amari Cooper que puso punto final al encuentro. Habrá de confiar un mínimo en él si quiere tener opciones; a fin de cuentas, es un QB profesional de la NFL.
Hasta el momento de la lesión de Carr, el partido había sido un paseo para los Raiders. Agazapados tras una OL dominante sumaron más de doscientas yardas de carrera totales y el propio quarterback disfrutó de tiempo y tranquilidad en un pocket limpio. Ni siquiera el tener que jugar en shotgun de forma permanente, por su lesión de dedo, fue un impedimento en esta ocasión. Demérito de los Cotls, por supuesto.
Holmes, Warford y Richard recibieron pases de touchdown de Carr, y Washington puso otros dos con sus piernas. Si os falta Michael Crabtree en esa lista es porque, para colmo de males, el receptor también se lesionó. Ayudo lo suyo a este festival ofensivo el ataque de Indianapolis, que cometió tres pérdidas de balón, dos intercepciones de Luck y un fumble de Gore.
Que los Raiders iban a estar en playoff ya estaba asegurado. Que los Colts podían caer eliminados aquí estaba en las cuentas. Pero que Derek Carr podría cambiar, de forma dramática, todo el panorama de enero en la AFC es algo que nadie preveía, ni quería.