El ataque de los New York Giants no puede vivir sin carrera
La derrota del equipo de la Gran Manzana, frente a sus odiados Philadelphia Eagles, demostró que sus opciones de anotar están muy limitadas.
Los New York Giants va a entrar en los playoffs, si no sucede ninguna catástrofe a estas horas inesperada, a pesar de la derrota que sufrieron ayer frente a los Philadelphia Eagles. Pero la misma pone sobre la mesa un enorme problema del equipo, y es que son incapaces de correr y, a partir de ahí, generan un ataque plano que les pone contra las cuerdas demasiadas veces.
El dato es de los que duelen: ayer Eli Manning paso 63 veces. 63 malditas veces. Es imposible ganar un partido de la NFL pasando el balón 63 veces. De hecho eso no es verdad, que ganar se puede ganar casi de cualquier manera, pero en esta era de la 'Happy Pass League' los últimos 16 equipos que dieron más de 60 pases hacia adelante en un partido lo perdieron. Es evidente que cuando tu ataque es tan unidimensional resulta fácil de defender.
También hay que añadir, sin embargo, que los equipos que han hecho algún encuentro de más de 60 carreras en la NFL, algo que ha sucedido en 57 ocasiones, están imbatidos. Pero es un asunto muy diferente. Si puedes correr ese número de veces es porque enfrente son incapaces de pararte y, por lo tanto, vas ganando y puedes hacer lo que te de la gana con el balón, con el tiempo y con las cervezas en la banda. No veremos muchas veces más a un equipo correr 60 veces porque la lógica dice que cualquier equipo NFL podría frenarte y ganarte en algún momento de tan previsible gameplan.
El caso es que Eli pasó 63 veces ayer porque iban perdiendo y porque no son capaces de correr en absoluto. Y ambas cosas se pondrán de manifiesto en toda su crudeza en enero. Eso es un grave problema.
La construcción de estos Giants falla en esa pata de la carrera con estrépito. Ni la línea es élite, aunque ciertamente es mejor con la vuelta de Justin Pugh, ni Paul Perkins y Rashad Jennings generan yardas por sí mismos. Carecen de ese talento.
Hay equipos que podrían vivir, que de hecho lo hacen, con ese mismo problema y apoyados en un juego aéreo soberbio. De nuevo, tachad a los Giants de esa lista. Eli Manning, que no es el más genial y regular de los quarterbacks, apenas si puede contar con Odell Beckham en su faceta de destroza-defensas; Sterling Shepard y Victor Cruz forman un gran grupo de receptores, en general, pero los rivales pueden doblar, como hacen de forma habitual, a Beckham y dejar a los otros dos en uno contra uno con bonitas opciones de tener éxito.
La limitación en el gameplan es evidente, con un equipo técnico dirigido por Ben McAdoo que ha tenido mucho cuidado hasta ahora de tomar ningún riesgo y se ha limitado a lo básico con esas armas. Es fácil verles repetir esquema, incluso jugada, una y otra vez con una aversión a la aventura que puede ser entendida por los resultados y por la bisoñez del entrenador jefe, pero que les deja atados con una mano a la espalda.
Es una lástima porque su defensa es maravillosa. Les mantiene en el partido en casi cualquier circunstancia. Tiene la rara virtud de ser un muro contra la carrera, de tener un buen pass rush y de lucir una secundaria a la vez oportunista y pegajosa. Es probable que en ninguno de esos apartados élite absoluta, pero el conjunto tiene muy pocos parangones en la actual NFL.
Pero no les servirá de mucho si, cuando han de remontar, o cuando han de mantener el tempo controlado, en cualquiera de esos dos supuestos, que ya podemos apostar que se producirán en casi todos los partidos, los rivales saben que con pegarse a Beckham con dos hombres tienen el ataque de los Giants a su merced.
Hay equipos que pueden vivir sin correr. Los G-Men no son uno de ellos. Lo demostraron anoche los Eagles y van a tratar de demostrarlo todos los que se encuentren en enero. Ya pueden acertar en los pases forzados e imposibles en doble cobertura, ya. Y en menos de 63 intentos, porque sino no les servirá de nada.